La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

El gobierno dispuso ayer viernes otro aumento de los combustibles. Hasta el más despistado sabe perfectamente cómo esos precios influyen negativamente en el costo de la vida. Las cotizaciones de los carburantes alcanzan semanalmente niveles cada vez más altos y se espera que continúen subiendo a causa de las alzas diarias en los mercados del petróleo.

La tendencia alcista del llamado oro negro, de consumo vital en la vida moderna, se debe mayormente a dos factores: la pérdida de valor del dólar estadounidense frente a otras divisas fuertes y la reducción de las reservas estratégicas de los Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo.

El primero de esos factores, la devaluación del dólar, es trágica para la economía nacional, por cuanto más de las dos terceras partes de las exportaciones dominicanas se destinan a Estados Unidos o a países que usan esa moneda como instrumento de pago.

Los precios de los combustibles en el mercado nacional se fijan semanalmente en base a una compleja ponderación de las cotizaciones mundiales.

El gobierno recibe una parte sustancial del precio de venta al consumidor de la mayor parte de los combustibles derivados del crudo, debido al fuerte componente impositivo de esos precios.

No existe evidencia alguna de que el gobierno esté dispuesto a reducir esos impuestos como un recurso para abaratar los combustibles y amainar así su terrible impacto sobre las estructuras de costo de la economía y, por ende, de los bienes y servicios, en constante aumento.

Se ha pretendido atribuir ahora al incremento de los alimentos una razón política con propósitos electorales.

En el ámbito oficialista se afirma que no existen causas que justifiquen estas alzas.

¿Pero cómo quieren las autoridades que los precios no suban con estos aumentos semanales de los combustibles?

¿Qué pasaría si de pronto los camioneros aumentan los fletes?

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do