La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

Todos los candidatos, a excepción del presidente Fernández, han prometido en mayor o menor grado reducir los impuestos y aumentar los salarios.

Han dicho que lo harían con los ahorros resultantes de la supresión de la excesiva publicidad oficial y las nóminas de activistas que no rinden ninguna labor al Estado, dentro de un plan de austeridad que incluiría otras medidas de recortes del gasto público.

Conforme a la tradición política es probable que si alguno de ellos llegara a ganar las elecciones no se cumpla con lo prometido y las cosas se queden igual, con la sola diferencia de cambios en las famosas “nominillas” que desangran el erario.

De todas formas, han asumido un compromiso con el país que le sería reclamado si uno de ellos lograra alcanzar la Presidencia. Las autoridades sostienen en cambio que las necesidades del gobierno no permiten un aumento salarial unido a una reducción impositiva.

Se habla incluso de una nueva reforma tributaria que universalizaría el ITBIS e impondría nuevos impuestos a la población, si las elecciones confirman la permanencia del señor Fernández en la Presidencia.

Aunque nada de esto es oficial, la voz corre por doquier sin que nadie en el ámbito oficialista se preocupe por aclarar si se trata de un puro rumor o un objetivo real.

Contrario al sentir oficial, los dominicanos pagan muchos impuestos, algunos justos y necesarios, otros insólitas aberraciones como es el caso de los anticipos, basados en una presunción de beneficios.

El sistema tributario no admite los imponderables que marcan la suerte de las empresas y los individuos, es decir, la posibilidad de que a un año bueno siga un periodo desastroso. Un aumento de la carga impositiva crearía más pobreza y nos hundiría en un ambiente de agitación.

La promesa de reducción impositiva tal vez no sea suficiente para ganar las elecciones, pero dará muchos votos.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do