sábado, abril 19, 2008

La columna de Miguel Guerrero


Por Miguel Guerrero / El Caribe

El incremento en los precios ha añadido el peso de una nueva preocupación al gobierno. Pero el intento de atribuirle al fenómeno una razón política podría tener efectos tan dañinos como los aumentos.

El presidente Fernández se ha reunido con dueños de supermercados y comerciantes detallistas para discutir fórmulas que contribuyan a abaratar los precios de los alimentos.

Podría presumirse que se haya asumido la idea que el país es una autarquía y que ese tipo de esfuerzo bastaría para arreglarlo todo.

En las circunstancias actuales es poco probable que el gobierno pueda conseguir una rebaja sustancial de precios, a menos que elimine o reduzca impuestos, sea por la vía administrativa o mediante una acción relámpago del Congreso, o incurra en el trágico error de imponer controles más allá de lo que un mercado libre permite y tolera.

Esta última posibilidad sólo contribuiría a agravar la situación y añadir escasez al incremento de precios. Los funcionarios del área económica han estado insistiendo que el alza es injustificada y responde a objetivos políticos electorales.

En otras palabras, una confabulación de intereses políticos y económicos para evitar el triunfo de la reelección presidencial.

La presunción carece de toda validez por cuanto existe a nivel mundial un encarecimiento de precios que ya ha estado promoviendo serios conflictos sociales en algunos países.

Por lo demás, la misma reunión del Presidente con los comerciantes es un reconocimiento de que la angustiante situación actual nada tiene que ver con prácticas especulativas de un comercio agiotista y desaprensivo, como han pretendido establecer algunos funcionarios.

La cierto es que el país no se ha recuperado de las dos últimas tormentas. Esa realidad, unida a los altos precios de los combustibles, tiene efectos demoledores sobre la estructura de costo de nuestra economía.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

No hay comentarios.: