sábado, abril 12, 2008

Sin temor ni favor


Nacionalización

En Monterrey, México, había una beneficiadora de mineral ferroso desde el 1900 llamada “Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S. A.”, conocida por todos como “La Fundidora”, donde se instaló el primer alto horno de América.
Era de capital privado y sus amplias instalaciones, estructuras y chimeneas eran carta de presentación de esta ciudad industrial.

Sus muchos cientos de empleados, hombres rudos, casi forjados en hierro, además de buenos salarios, tenían escuelas privadas para sus hijos, tiendas de compra de insumos subsidiados, clínicas para su salud y la de sus familiares, programas habitacionales, pensión para la vejez y muchas otras conquistas más logradas con los años.

Sin embargo, nada era suficiente para líderes ambiciosos, politizados y corruptos, y cuando llegó el gobierno de Luis Echeverría Álvarez (LEA), con ínfulas de izquierdista, comenzaron las huelgas y las peticiones fuera de todo contexto, en tiempos comercialmente difíciles, tuvieron que endeudarse con préstamos a organismos federales para poder capearlos, lo que aprovechó LEA para nacionalizarla en 1977, igual que con otras del mismo y distintos géneros, e inmediatamente satisfacer las demandas obreras e introducir más politiquería en la empresa.
¡Eran los tiempos de las nacionalizaciones…!

Pasaron pocos años y en 1986 aquel conglomerado, orgullo de esta ciudad, quebró.

Era penoso ver a esos hombres curtidos, algunos ya mayores, llorar como niños la pérdida de su medio de vida, en los noticieros de TV. Habían matado la gallina de los huevos de oro, y su nivel de vida se había deteriorado para algunos para siempre.
Sólo les quedó su liquidación que se gasta en poco tiempo y la pensión del Seguro Social.
Al ver al presidente Chávez nacionalizar tantas industrias en Venezuela, ahora tocándoles a las cementeras, y haciéndole la vida difícil a otras como a los bancos y los medios de comunicación, me viene al recuerdo esta experiencia vivida, con personas trabajadoras, distintas a los venezolanos que piensan que son ricos desde antes de nacer y creen que el maná será eterno.
Uno de los ministros de Venezuela dijo que nacionalizaban la cementera francesa por no llegar a un acuerdo de pacto colectivo con los obreros.

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