Por Manuel Quiterio Cedeno / El Caribe
La inauguración de una villa para reubicar a los habitantes del barrio El Tablón es una buena noticia. Con esto las autoridades de turismo y el Gobierno del presidente Fernández se anotaron dos puntos.
El Tablón era una villa miseria en la ribera oeste del río Sosúa, ubicada junto a su desembocadura en la singular bahía de Sosúa.
Creció durante un largo período, repitiendo la historia de gente pobre que se apropia de terrenos y levanta caseríos paupérrimos con la indiferencia de las autoridades.
El primer día es un problemita que con el tiempo se convierte en una situación de difícil solución.
Creció en el desorden y se convirtió en un grave foco de contaminación para el ya degradado río y la playa junto a su desembocadura, inutilizada por la basura y las heces fecales que regularmente flotaban en el mar.
Tal situación era una terrible amenaza para el turismo de Sosúa y la famosa playa, ya afectada por los vendedores fijos y ambulantes, cuya presencia y comercio irracional han mermado sus atractivos.
Este tipo de circunstancias explican, en parte, la degradación de la zona como destino turístico y la caída en la llegada de visitantes extranjeros desde los años finales de la década de los noventa, de la cual el litoral Norte no se ha recuperado, y que ha significado para la región una pérdida de ingresos cercana a los mil quinientos millones de dólares.
Proyectos turísticos iniciados en el lado oeste de la bahía de Sosúa fracasaron aplastados por el foco de degradación en que se convirtió El Tablón.
El presidente Joaquín Balaguer ordenó la construcción del residencial localizado frente al aeropuerto internacional de Puerto Plata para reubicar este barrio miseria, pero los políticos de la provincia se repartieron el botín y El Tablón siguió en el mismo lugar multiplicando el problema.
Creció hasta llegar a 672 familias a las que ahora el presidente Fernández les entregó los apartamentos de la villa, un proyecto realizado con fondos públicos bautizado como “Liberación”, para deslucir tan loable proyecto haciéndolo coincidir innecesariamente con el nombre del partido oficial, que ganaba de todas maneras un gran capital político sin necesidad de acudir a esto.
El Tablón es una vergüenza que debe ser borrada del mapa para siempre.
Manuel Quiterio Cedeño es periodista
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