miércoles, abril 30, 2008
MI VOZ ESCRITA/Incapacidad y Cobardía
Por Jorge Herrera
Las causas fundamentales para que el candidato reeleccionista, doctor Leonel Fernández, se resista a comparecer a un debate televisivo con el ingeniero Miguel Vargas son la incapacidad y el miedo, sin el menor temor a equívoco posible.
La incapacidad del doctor Fernández ha quedado al desnudo en todos los momentos en que ha sido necesario “conceptualizar”, y no tiene al frente el apuntador (telepronter) que en otros tiempos utilizaban los artistas de teatro, escondido debajo de las tablas y de manera oral pero que, además, recibía su crédito al final de cada presentación.
El más reciente de esos momentos se escenificó en la serie “Las Propuestas de los candidatos” celebrada por el Grupo Corripio con la participación de prominentes miembros directivos de sus medios escritos y televisivos, con la única intención de que todo el que quisiera ver, viera y el que quisiera oír, oyera, como se pudo ver y oír a los candidatos a la presidencia del litoral opositor. El desenlace no pudo ser más lastimero.
Y fue lastimero, y hasta ridículo, porque recuerdo que, en su afán de filosofar, el tío Emesilio repetía reiteradamente que “la gente se puede pasar un cuarto de vida, media vida, y hasta tres cuartos de vida engañando y mintiéndole a los demás, pero que nunca, jamás, podría pasarse en eso toda la vida”.
Pienso que es hora de que el doctor Leonel Fernández entienda que él “voló muy alto para ser pichón”, y que ya este pueblo sabe cuándo se le miente o se le dice la verdad. Es tan así que hasta los menos despabilados, orondos y sin mucho apuro, le alegan a cualquiera, “conocer al cojo sentado y al ciego durmiendo”.
En cuanto al miedo, aunque creo que es inherente a su patología, es decir, que el candidato reeleccionista reacciona frente al riesgo o al peligro de una manera enfermiza, estoy convencido de que en el aspecto psicosocial la cobardía también forma parte inseparable de su carácter.
La vez que se creyó valiente y fue con una turbamulta a “ayantar” al antiguo edificio de la Suprema Corte de Justicia, dizque para constituirse en prisión, al tiro de la primera bomba lacrimógena, le dio una sirimba que le provocó la explosión de todos los esfínteres.
El no va a ir a ningún debate. El doctor Fernández no tiene la capacidad necesaria para debatir sobre nada, aunque insista en creerse el gran “litigante en materia penal” y, además, tiene miedo de protagonizar el ridículo de antología que le esperaría. Sin telepronter, sin su manual de frases cohetes y sin un panel “complaciente” y “generoso”, él no es más que uno de los “encapuchados” sin capucha que hasta el 16 de agosto próximo usufructuarán de un Poder asaltado.
Al presidente reeleccionista la vida le ha sonreído de manera casi milagrosa. No ha tenido que sembrar ni cosechar ni guayar la yuca nunca, todo le ha caído como maná del cielo, nació como la auyama.
Sin embargo, en una eventual confrontación verdaderamente conceptual, sin telepronter, sin el manual de frases cohetes y sin un panel complaciente, él tendría que hilar fino y conceptuar muy claro, porque hasta donde se sabe el mentiroso y el cojo no llegan lejos.
De modo que es un asunto de lógica elemental que el Presidente Fernández rehuya a un debate, donde estaría obligado a aclarar el origen de fortunas que hoy se amparan en la aberrante presunción de inocencia estipulada en el artículo 14 del nuevo Código Procesal Penal dominicano, y que no existía en el viejo Código de Procedimiento Criminal.
Y eso, que el doctor Leonel Fernández prometió en agosto del 1996 que sometería al Congreso Nacional, un proyecto de Ley para invertir el fardo de la prueba. ¿Qué pasó?
(El autor es abogado y politólogo)
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