La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe
.
Eso de la independencia de los poderes es uno de los grandes mitos de la República Dominicana. Hoy en día, la dependencia de esos poderes del Estado del Ejecutivo es tan grande y apabullante como en el pasado.

Debido a la aplastante mayoría oficialista, el Congreso es una auténtica caja de resonancia del Palacio Nacional. Solo habría que recordar, para citar un ejemplo reciente, la reforma al vapor de la ley de seguridad social, para permitir el inicio en una fecha prefijada del Seguro Familiar de Salud, con los problemas por todo el mundo conocidos.

En la modificación de esa ley, fruto de un consenso sin precedentes en la historia legislativa, no se tomaron en cuenta las opiniones de los sectores afectados ni las advertencias sobre las dificultades que acarrearía el déficit existente.

Los intereses partidistas cuentan más en el Legislativo que los de los electores y la sociedad. Esa ha sido allí la historia.

En el Poder Judicial ocurre exactamente lo mismo. El presidente de la Corte Suprema nos acaba de informar que el tema de la inconstitucionalidad de contratos suscritos por el gobierno con una empresa extranjera, la Sunland Corporation, que se ha visto en otros problemas, no es prioridad para el más alto tribunal del país.

Sus urgencias están primero relacionadas con la reparación de juzgados dañados por la tormenta Noel.

Como los temas relacionados con la Constitución y el respeto a la ley por las autoridades, las más llamadas a respetarlas, no son motivo de preocupación para la Suprema, uno entiende entonces porqué no se ha pronunciado sobre el pedido de información sobre el metro, a pesar del tiempo transcurrido.

Pero más penoso es el caso de un cuarto poder, el electoral, cuyos jueces ruegan al gobierno la entrega de los recursos que por ley les corresponden y callan ante un comercial oficialista de televisión violatorio de la Constitución.

.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do