Por BOLÍVAR BELTRE
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Patria no es sólo el entorno físico donde nacemos y vivimos. Es mucho más que eso. Es sentir el derecho de que una parte del vasto mundo nos pertenece. Ese entorno nos permite asumir una característica colectiva que nos distingue del resto del mundo. Y eso no se cede ni se renuncia. Eso se defiende incluso con la vida.
Así como existen seres execrables que atentan contra la libertad, la soberanía y el derecho, también siempre habrá quienes estén dispuestos y dispuestas a ofrendar su vida por la libertad, la soberanía y el derecho de todo un pueblo. La historia dominicana es un claro ejemplo de ello.
Si bien es cierto que hemos tenidos gobernantes dictadores, criminales, ladrones y entreguitas, también es que nunca nos han faltado hombres y mujeres dignos y valientes, quienes asumiendo la dignidad de todo un pueblo; han enfrentado al crimen, al abuso y la barbarie. Esos nunca se olvidan.
Es por ello que noviembre nos trae grandes recuerdos y nos obliga a hacer una parada en este largo peregrinaje por la consecución de una patria mejor y honrar a Patria, Minerva y Maria Teresa Mirabal así como al siempre bien recordado comandante revolucionario Manuel Aurelio Tavarez Justo.
Las primeras, ejemplos imperecederos del coraje y la valentía de la mujer dominicana, asesinadas el 25 de noviembre del año 1960, y, el segundo, un 28 del mismo mes pero en el año 1963, se encaminó con pasos decidido a las escarpadas montañas de Quisqueya, con sus mochilas repletas de un puro ideal.
Todos murieron físicamente. Pero físicamente solamente. Hombres y mujeres de esta estirpe no mueren en verdad. Creanmelo. Para poder morir tiene que morir la patria que defendieron, tienen que morir los ideales que sostuvieron. Y eso no sucede nunca ni sucederá jamás.
Para que mujeres y hombres como ellas y ellos puedan morir tienen que borrar del sentimiento de todo un pueblo el amor a la patria. Y eso nunca se logra aunque la mancillen, la pisotean, la violen e incluso, aunque aparezcan traidores.
Siempre habrá dominicanos y dominicanas como ellos y ellas dispuestos a asumir su historia y sacrificio. Y de hecho ha sido así. Como ejemplo de ello sólo tenemos que recordar a Francisco Alberto Caamaño, Henry Segarra Santos, Amin Abel, Tito Monte, Mama Tingo, El Moreno, Otto Morales y con ellos, cientos de mártires que nos llenan de orgullo y patriotismo.
Que este noviembre nos permita reflexionar, inculcándole a esta generación el amor y agradecimiento por sus grandes hombres y mujeres.
Y gritemos a todo pulmón: ¡LOS HEROES DE LA PATRIA SON INMORTALES!
miércoles, noviembre 28, 2007
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