El virtual rompimiento de relaciones entre Venezuela y Colombia acentúa la dispersión política en América Latina y aleja aun más el sueño bolivariano de una región unida, próspera y justa.
A pesar de sus inmensas riquezas, el continente figura en lugares relegados en todos los estudios sobre valoración de calidad de vida, crecimiento económico y desarrollo institucional, cuestión que se atribuye a una crónica dispersión de su liderazgo.
Los presidentes Hugo Chávez y Alvaro Uribe han sido centro de una penosa polémica que degrada los nexos entre patrias de un mismo prócer y motiva que más de un imperio se frote las manos.
Sin entrar en consideraciones sobre los motivos que tuvo Uribe para suspender abruptamente la gestión de negociación que, a pedido suyo realizaba Chávez para el canje de rehenes por prisioneros, lo cierto es que esa decisión impidió la liberación antes del 31 de diciembre de 45 personas hoy en poder de la guerrilla colombiana.
Metrópolis que ayer convirtieron a América Latina en cruento escenario de la guerra fría, emplean hoy la diplomacia de la garrotera para promover tensión y enemistad entre pueblos y gobiernos de la región para impedir o dilatar el sueño bolivariano.
¿Por qué?
La temporada ciclónica que formalmente concluye mañana dejó mal parados a expertos y centros meteorológicos que pronosticaron el paso de al menos nueve huracanes de alta intensidad, de los cuales sólo se produjeron seis con vientos y velocidad en niveles anormales.
Los pronosticadores se sienten humillados por la naturaleza, en razón de que se formarían 17 tormentas de las cuales nueve se convertirían en ciclones con inusual poder, pero la temporada ciclónica, que se inicia el 30 de julio, se desarrolló relativamente tranquila.
México y Nicaragua fueron más afectados por huracanes, al ser alcanzados por los huracanes Dean, que causó 29 muertos en territorio azteca, y Feix, que produjo 150 muertes en la nación centroamericana.
La tormenta Noel, que sobre el firmamento dominicano nunca llegó a convertirse en huracán, causó, sin embargo, uno de los mayores estragos de la finalizada temporada ciclónica, con saldo de más de un centenar de muertos y daños por más de 20 mil millones de pesos.
El profesor Phil Klotzbach, de la Universidad de Colorado, aconseja profundizar estudios sobre vientos y temperaturas que inciden en la formación de huracanes, para determinar las razones de tan abruptos cambios en su formación, rumbo e intensidad.
El paso devastador de la tormenta Noel por territorio dominicano debería convertirse en un caso digno de estudio por expertos para determinar por qué ese meteoro de baja intensidad causó tanto daño.
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