martes, noviembre 20, 2007

Mentiras y verdades del racismo


Es difícil que alguien por motu proprio se declare racista. Más bien es políticamente incorrecto una declaratoria pública de esa condición
Por
Elena Crespo / El Caribe


Esto del racismo está íntimamente ligado con las cuentas bancarias y la discriminación existente dentro del sistema de clases. En España, moro es quien atraviesa en patera el estrecho de Gibraltar, desde el norte de África, en busca de una oportunidad para sacar a su familia adelante.

Quien se adueña de un yate en Puerto Banús, un exclusivo lugar en la costa Mediterránea, no es moro es árabe.

El racismo es soluble en dinero y se matiza con el valor de las arcas financieras de cada individuo independientemente de la transparencia de sus fondos ya sean armas, drogas u otros instrumentos con los que el sistema neoliberal costea guerras y acentúa diferencias entre continentes.

El dinero barniza la necedad aunque por dentro carcoma los principios éticos y morales.

En el caso de los haitianos es igual. Más de medio millón de haitianos y dominicanos de origen haitiano viven en República Dominicana pero no todos son iguales ante los ojos de la población. El color y el dinero los acercan más o menos a los estándares establecidos.

Los flujos migratorios se han convertido en un problema real para el mundo. Aunque las corrientes migratorias que van de Sur a Sur ocupan en muy raras ocasiones los titulares de la prensa, pues son vistas desde una perspectiva fútil dentro del nuevo orden mundial, las de Sur a Norte atraen la atención sobre masivos desplazamientos de población pobre.

La Europa del bienestar, aferrada a su modelo neoliberal, tiene miedo a una avalancha poblacional incontrolable por lo que ha transformado la demografía en un punto decisivo de las agendas de los gobiernos europeos.

Es difícil que alguien por motu proprio se declare racista. Más bien es políticamente incorrecto una declaratoria pública de esa condición, pero lo cierto es que todos, en mayor o menor medida sentimos cierta aversión o miedo hacia el inmigrante como concepto global.

Aversión ante la configuración de una nueva realidad al margen de los convencionalismos sociales establecidos. Miedo, a la pérdida de cohesión social y de la identidad nacional tradicional, a la reducción de la seguridad ciudadana, a la visión de que el gasto social debe beneficiar en mayor medida a los inmigrantes o a la posibilidad de que a largo plazo las estructuras sociolaborales, políticas y económicas tengan que compartirse por nuevos actores en igualdad de condiciones.

El racismo es una máscara que se ponen las personas porque se sienten vulnerables a situaciones que para ellos significan un riesgo: el de acercar las diferencias entre los países ricos y pobres.

Elena Crespo es periodista

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