La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

¿Qué clase de presidente es este Hugo Chávez que no cesa de hablar y de lanzar improperios contra jefes de Estado, monarcas, jerarcas de iglesias y opositores? Cómo deberán sentirse los venezolanos, cuando leen y escuchan los soberbios arranques verbales de este hombre, incapaz de controlarse a sí mismo y sin el más mínimo concepto del derecho a la disensión y el debido respeto a la dignidad de los líderes de otras naciones.

Lo que este señor ha dicho y repite diariamente sobre su par colombiano no cabe en cabeza humana. Ya no se trata de la obligación protocolar que impone la cortesía elemental de respetar a una nación, y sus símbolos, con la cual la suya sostiene relaciones plenas a todos los niveles desde el nacimiento de ambas. Como le espetara el monarca español ante una de sus frecuentes impertinencias: ¿por qué no se calla?

Ha llamado al presidente de Colombia indigno y mentiroso, diciendo sin rubor alguno que ese país vecino necesita otro mandatario, e implorando porque sea pronto. Se ha permitido hablar hasta de guerra entre ambas naciones y llegó a sugerir que las guerrillas de las FARC formaran su propio partido político.

¡Qué cachaza la de este hombre! Sugerir caídas de presidentes él que intentó mediante un golpe de fuerza derrocar a un gobierno constitucional en su país y que se valió de una cumbre presidencial para acusar sin pruebas a un ex presidente español de haber conspirado contra el suyo, tildándolo de “fascista”, lo que a todas luces es él, en el más estricto sentido de la palabra. Es él y no otro el que usa la riqueza de su nación para intimidar a otros estados.

Y quien no tolera discrepancia alguna. Bastó que la iglesia exhortara a los venezolanos a votar en el referéndum contra su proyecto de reforma, para que les dijera al cardenal y a los obispos “estúpidos y retardados mentales”. Sin petróleo Chávez no es nadie, aunque él no se dé cuenta.


Miguel Guerrero es escritor y periodista
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