La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe
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Sin entrar en la valoración del contenido de las medidas anunciadas por el presidente Fernández para hacer frente al aumento de precios del petróleo y sus derivados, muchas de las cuales pueden tener efecto positivo a mediano y largo plazos, no hay en su plan indicios de una voluntad férrea del gobierno de imponerse las restricciones que las circunstancias demandan.

Si esta percepción se generaliza, difícilmente cuente con el respaldo que el éxito de su programa requiere y sus efectos en la economía serían de hecho nulos o imperceptibles. No es mi propósito trazarle pautas al gobernante.

Pero muchos dominicanos esperaban que él incluyera en su discurso medidas que dijeran a la población que el gobierno es el primero en poner el ejemplo, ciñéndose a una austeridad a la que debió estar obligado desde la promulgación de la ley que impone restricciones a los gastos del sector público.

Una medida pudo haber sido la de reducir el consumo de combustible del gobierno, desmontando a sus principales funcionarios de los vehículos de lujo y alto consumo en que se mueven.

Con ello no sólo se ahorraría una enorme cantidad de dinero, para ser usado en la reconstrucción del país y en el auxilio a los damnificados de la tormenta Noel, sino que se estaría dando un ejemplo de consistencia con los críticos momentos por los que el país atraviesa.

Estamos en plena campaña electoral, aún cuando la Junta responsable de organizar el evento, no la haya oficializado todavía.

Eso significa, como se ve a diario, que donde quiera que él vaya detrás del presidente irá toda una caravana de vehículos y una multitud de colaboradores gastando combustible, comiendo y bebiendo a expensas del presupuesto nacional.

Al igual que en el discurso con motivo de Noel, en esta nueva oportunidad el Fernández político se le ha impuesto al Fernández estadista, a despecho de las circunstancias.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do