lunes, noviembre 19, 2007

La tolerancia en el desarrollo

Mientras los países desarrollados cuentan con leyes laxas de aplicación rígida, países como los nuestros cuentan con leyes rígidas de aplicación laxa, convirtiendo la tolerancia es un generador de ineficiencias
Por Roberto Despradel / El Caribe


Tolerancia, del latín tolerare, de sostener, de soportar. Es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física (técnica). Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo.

La tolerancia socialmente se puede referir a la actitud de una persona o de un grupo ante lo que es diferente de sus valores morales o sus normas; la tolerancia civil es la que dista entre las leyes y sus aplicaciones y la impunidad; y la técnica corresponde al margen de error aceptable.

Hemos sido un país sabio administrando nuestra tolerancia social, aceptando lo nuevo, pero manteniendo nuestras raíces. En lo civil hemos sido capaces de avanzar para regirnos por una constitución y sus leyes, sin embargo, hemos sido pobres e ineficientes en exigir la adecuada aplicación de las mismas y sus sanciones correspondientes.

Como sociedad hemos visto aumentar nuestros niveles de tolerancia en la aplicación de nuestras leyes, por encima de márgenes prudentes.

Desde aspectos triviales en el comportamiento del tránsito, hasta asuntos más profundos, como la administración de los recursos públicos, y mas recientemente nuestros recursos naturales; la tolerancia ha calado hasta puntos preocupantes.

Mientras los países desarrollados cuentan con leyes laxas de aplicación rígida, países como los nuestros cuentan con leyes rígidas de aplicación laxa, convirtiendo la tolerancia es un generador de ineficiencias.

Como entes sociales, este comportamiento también tiende a influir en la manera que nos comportamos profesionalmente, en nuestros puestos de trabajo; afectando el desempeño de obreros, supervisores y gerentes.

Si bien es cierto que en muchos países las diferencias étnicas, religiosas o sociales requieren de tolerancia para poder encaminarse en la senda del desarrollo, en nuestro caso parece que el desarrollo de algunas tolerancias ha sido una carga que nos desvía de dicho camino; ineficiencias que cobran mayor valor en un mundo globalizado, donde la competencia y la liberalización de los mercados requieren de una maximización de los recursos.

Les tocará a los sociólogos analizar si estos niveles de tolerancia han influido en que tengamos la penosa distinción de ser el país latinoamericano con el mayor crecimiento en los últimos cincuenta años, pero a su vez el segundo que más ha desaprovechado su crecimiento para mejorar la calidad de vida de su gente. Roberto Despradel es economista

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