Por H. Galván / Barrigaverde.net
De cómo la tormenta tropical Noel devasta un país desamparado
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No se hizo necesario un Golpe de Estado de intrépidos Coroneles chavistas. Ni incendiarias proclamas, ni huelgas, ni la poblada que vendrá, ni los discursos, ni las gomas, ni las piedras. Sólo bastó agua y un "chin" de brisa para que el Estado dominicano levantara sus faldas y dejara ver lo poco de atributo que le queda.
Y vino Noel, con sus guirnaldas de vientos y sus lágrimas copiosas, y no hizo, si no pasearse por campos y veredas, y el rugiente León, se cayó del palo.
Como ladrón en la noche, vino a escupirnos sus verdades: que aquí no hay Gobierno; y que si había, se lo llevó de raíz el vendaval. Que lo derribó la brisa dominguera y se hundió en lo profundo del río Haina, Ocoa o Masipedro.
Noel nos hizo el favor a todos; como para que nos diéramos cuenta, de una vez por todas, que quienes gobiernan la media isla lo hacen desde la isla artificial. Fue para que nos callásemos todos y le diéramos la razón al agua. Porque sólo con crisis como éstas, salen a relucir las verdades dolorosas.
Cuatro elementos explican las razones por las cuales una tormenta tropical con simples aguaceros y algo de brisa, puede convertirse en la catástrofe en la que se ha convertido Noel.
En primer lugar, la enorme depredación ambiental a lo largo de décadas sobre nuestro ambiente insular, ha debilitado considerablemente la capacidad de respuesta natural ante los desastres.
La deforestación, la extracción de materiales de los ríos y demás alteraciones al ambiente han hecho que los fenómenos naturales impacten más fuertemente sobre el ecosistema, sin que hayan defensas naturales ante inundaciones, deslaves y hundimientos.
En segundo lugar, la enorme deuda social acumulada, que combina ignorancia con pobreza, y que hace a las personas más vulnerables ante catástrofes naturales, al construir sus viviendas no sólo de materiales frágiles, sino también en lugares no aptos, susceptibles a inundaciones, deslizamientos, etc.; además de que la ignorancia y alienación generan menos conciencia a la hora de protegerse.
En tercer lugar, la falta de interés por la seguridad de las personas expresado históricamente por el Estado Dominicano y sus élites dominantes. Y es que la mayoría de las tragedias del país han sido totalmente previsibles; pero los que gobiernan nunca se han preocupado por establecer un sistema nacional de prevención de desastres, profesional y articulado con la base de la sociedad que permita prevenir, dar respuesta y reconstruir eficazmente.
Y en cuarto lugar, está el factor coyuntural, no menos importante, por su asociación a la enorme irresponsabilidad de este Gobierno y las instituciones del Estado, las cuales están concentradas hoy, única y exclusivamente, en la reelección del Primer Mandatario. La realidad es que no hubo información a tiempo ni, mucho menos, previsión; y peor aún ha sido la respuesta.
Mientras la catástrofe se formaba, toda la clase política de los tres partidos estaban centrados en sus actividades de campaña, incluidos el Presidente y Vicepresidente de la República.
La Iglesia Católica, ese mismo día, realizaba una marcha contra el aborto, en un ejercicio de distracción sobre problemas nacionales de primer orden. Los abortos en ningún país se dirimen con marchas hacia un congreso. Mejor trabajo hicieran si concientizaran, previnieran y no fanatizaran su posición ante el necesario y legítimo aborto terapéutico, por ejemplo.
Todos fuimos sorprendidos. Se nos fue la energía eléctrica y los demás servicios y quedamos incomunicados a merced de los rumores y las llamadas de celulares. Nadie sospechaba el domingo en la noche que llegaría una tormenta tropical ni mucho menos que sucedería una catástrofe como ésta.
La Oficina General De Meteorología, incluso, está haciendo circular un correo electrónico en el que muestra que "si" envió por e-mail los pronósticos de la tormenta. Lo que nadie sabe es, por qué no usaron la información para prevenir la tragedia (?).
Carreteras, puentes, cientos de viviendas colapsaron. Miles de hogares inundados y grandes extensiones agrícolas fueron destruidas. Comunidades enteras han sido borradas del mapa, y se contabilizan decenas de muertos y muchos desaparecidos.
El saldo en pérdidas es millonario en todos los sectores, dada la incertidumbre y la falta de información. Todo esto tiene un nombre: negligencia e irresponsabilidad de quienes detentan el Poder.
¿Que hacer?
Ahora no es momento para lamentarse. El país quedó semidestruido y hay comunidades enteras devastadas. Las lluvias no han cesado y, al momento de esta reflexión se siente una situación de impotencia, de vació de poder, de crisis y desesperanza.
Este es el momento que aprovecharán los politicastros criollos, de los tres partidos para acusarse unos a otros de una crisis en la que todos tienen la mayor cuota de responsabilidad. Los candidatos, aprovecharán la crisis y el dolor de la gente pobre para ofrecer, para dar, y para boronear un poco de todo lo que han saqueado. Eso hay que rechazarlo y combatirlo.
El Gobierno, además de aprovecharse, seguirá tapando su incapacidad con burdas mentiras. Minimizando la cantidad de muertos, silenciando los reportes, prometiendo ayuda, tirándose de los cabellos, desplegando tropas; en fin, el oficialismo hará uso de sus malas mañas para hacernos creer que todo anda bien, mientras miles de compatriotas estarán en el total desamparo por un Estado que desapareció en la mitad del país.
Construir poder
Este es el momento de llenar el vacío. Donde quiera que no exista la institución estatal (y donde quiera que haya porque no funcionan) hay que organizar la alternativa. Donde quiera que no haya ejército, salud pública o defensa civil, hay que crear brigadas populares de socorro, juntas de vecinos, organizaciones de jóvenes, convites, clubes, etc.
Donde quiera que se necesite, deben crearse redes de solidaridad popular y comunitaria. Es el momento de que las propias comunidades protagonicen su propio salvamento y reconstrucción.
Este es el momento de crear y organizar el movimiento social, las organizaciones comunitarías de base; que se empoderen de sus territorios y que se conecten con los problemas concretos de sus comunidades.
Apostemos al poder popular, construyámoslo.
jueves, noviembre 01, 2007
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