El gobierno decidió escoger sus interlocutores bajo criterios poco justificables, dejando fuera importantes y creíbles voces de la prensa nacional. Probablemente quería evitarse preguntas incómodas
Por Marisol Vicens Bello / El Caribe
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El almuerzo al cual el presidente Fernández invitó miembros escogidos de los medios de comunicación, para dar explicaciones sobre el escándalo generado por el contrato de US$130 millones con la empresa Sunland, lamentablemente no llenó las expectativas.
Si el propósito de la invitación era realmente esclarecer las inquietudes que habían sido expuestas en los medios de comunicación, los primeros que debieron estar invitados fueron los periodistas que habían sacado la noticia públicamente y argumentado, con documentación en mano, violación a la Constitución de la República, entre otras cosas.
Sin embargo, el Gobierno decidió escoger sus interlocutores bajo criterios poco justificables, dejando fuera importantes y creíbles voces de la prensa nacional. Probablemente quería evitarse preguntas incómodas, lo que hace dudar de su propósito de explicar.
El Gobierno, que estaba siendo cuestionado precisamente por falta de transparencia, perdió la oportunidad de demostrar total apertura, pues no sólo fueron seleccionados discrecionalmente los invitados, sino también los documentos que serían expuestos.
El Presidente se refirió al contrato con la Sunland -que nunca ha sido publicado- pero nunca habló acerca de los 19 pagarés suscritos por Félix Bautista a nombre del Gobierno en calidad de prestatario, esto es deudor, a favor de la Sunland o sus asignados, el prestamista; ni que su pago no estaba sujeto a la terminación de las obras, ni de que estos fueron cedidos al HSBC. Tampoco anunció la publicación de toda la documentación del caso.
Para que resulte creíble la explicación dada por el Presidente de que esta operación no afecta las rentas nacionales y no compromete al Estado, y que por tanto no tenía que ser aprobada por el Congreso, había que demostrar que esos pagarés y cesiones no existen.
El Gobierno olvidó que lo que la gente quería escuchar no era la justificación de la operación de ingeniería financiera, ni su utilización en otras jurisdicciones, o la importancia de las obras, sino la demostración de que el gobierno no había suscrito ningún empréstito como evidenciaban los 19 pagarés firmados por éste en favor de la Sunland.
Esto refleja una penosa tendencia del Gobierno de poca apertura para escuchar aquello que no sea lo que dicen sus propios funcionarios. Algo parecido sucedió recientemente cuando se invitó a Palacio a un selecto grupo de empresarios para conversar sobre el inicio del Seguro Familiar de Salud.
También refleja un desconocimiento del poder que el fácil acceso a la información da hoy día a los ciudadanos. Por esto la sociedad actual requiere de rendición de cuentas y verdadera transparencia, no de explicaciones acomodadas.
Lo más peligroso es que el Gobierno no parece estar consciente del error que está cometiendo. No pudo siquiera convencer a todos los medios invitados, sin embargo, decidió transmitir ampliamente el referido almuerzo como si no se diera cuenta de que esto le hizo más daño, pues muchos de los que lo vieron y tenían conocimiento e información sobre el tema se sintieron doblemente frustrados.
Es que el Gobierno está subestimando la inteligencia de los ciudadanos y el poder de la información, por eso este ejercicio de transparencia acomodada le hizo más mal que bien.
Marisol Vicens Bello es abogada
jueves, noviembre 01, 2007
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