La columna de miguel guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe
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Las devastaciones causadas por el paso de la tormenta Noel sobre el territorio nacional imponen, por encima de los deseos del gobierno, una drástica reorientación del gasto público y un cambio de actitud oficial, para atender las necesidades de la inmensa masa de población que ha perdido sus hogares y se encuentra a merced de los elementos y a expensas de la solidaridad de la nación.

Esa obligación moral significa que por algún tiempo la primera y más importante prioridad del gobierno debe ser la tarea de reconstrucción nacional y el auxilio a los damnificados.

El presidente Fernández debe olvidarse por el momento del metro y de la reelección, sus temas favoritos. Mantener el ritmo de ambos proyectos, uno físico y el otro político, cuando la atención oficial debe centrarse en la enorme tragedia que nos ha asolado, sería un acto de deslealtad a la república.

Y el mejor servicio que él, como candidato, pudiera prestarse a sí mismo, sería sin duda el de dedicar todo su tiempo y los recursos que sean necesarios a la reconstrucción de puentes y carreteras y a la recuperación de la agropecuaria, seriamente dañada por el fenómeno.

Situaciones como las que enfrentamos, a consecuencia de tan duro golpe de la naturaleza, exigen cambios radicales. La excesiva y costosa propaganda política debe cesar, para dedicar esos fondos al auxilio de las víctimas.

El proselitismo electoral debe ser separado de las tareas oficiales, por cuanto anteponer el interés partidista y las ambiciones personales, por legítimas que fuesen, a la obligación de rescatar al país de la desgracia material en que está sumido, sería catastrófico e insensible.

Las entregas de alimentos y otras ayudas a los damnificados no deben llevar fotos ni lemas o emblemas políticos.

La nación está por encima de todas esas mezquindades. El “¡ e palante que vamos !”, debe quedar atrás por algún tiempo.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do