viernes, noviembre 02, 2007

La hora de cortar cabezas

Este acontecimiento coloca de nuevo en primer plano un tema crucial para las aspiraciones del Presidente de quedarse en Palacio. Me refiero a su vocación para cargar él solito con todos los platos rotos de su equipo

Por
Manuel Quiterio Cedeno / El Caribe
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Por segunda vez, un disturbio tropical le hace una mala jugada al presidente Leonel Fernández. La historia de 1998 con el huracán Georges, es la un funcionario que cometió un gravísimo error en el manejo de la comunicación.

Con la tormenta Noel, la percepción es que los responsables ahora tampoco respondieron adecuadamente.
Ahora no estamos ante un error de comunicación como hace nueve años, y aunque podría tratarse de un capricho de la naturaleza, el resultado es casi el mismo.

Digo capricho, porque no puede calificarse de otra manera, que una vaguada se aproxime al país en la noche del sábado y ya casi encima de nuestro territorio se convierte en huracán.
En el país, los mecanismos de atención y supervisión se van desactivando progresivamente en la misma medida que el sábado va cayendo, y llegan a un punto muy bajo. Es peor aún si estamos en una campaña electoral adelantada en que el Presidente va tras la reelección, porque el sábado en la tarde y el domingo se convierten, para el equipo que gobierna, en tiempo de bachata.

Probablemente, las circunstancias fueran menos gravosas para Leonel si Noel nos hubiera visitado de lunes a viernes, o en horas tempranas del sábado.
Este acontecimiento coloca de nuevo en primer plano un tema crucial para las aspiraciones del presidente Fernández de quedarse en el Palacio Nacional. Me refiero a su vocación para cargar él solito con todos los platos rotos de su equipo.

Parece que el mandatario no considera que todos los funcionarios, todos si fuera necesario, son sacrificables cuando algo sale mal o se hace mal.
En nuestra cultura política, cuando algo sale mal y no ruedan cabezas, se entiende que el mandatario apoya a ineptos o corruptos, y entonces es él quien paga; y Fernández está pagando un alto precio por la fidelidad a sus funcionarios.

Paga caro innecesariamente por los recientes escándalos con tufo de corrupción.
Se dice que cuando actúa en privado ante el Congreso Nacional, en público en los medios de comunicación o guardando silencio (que es casi lo mismo) está dando la cara y asumiendo cuentas ajenas, cargando un pesado fardo, cuando la mejor estrategia para su causa es no hablar y cortar cabezas.

(Sin excusar con esto el raquitismo vergonzoso de nuestro sistema de emergencias). Manuel

Quiterio Cedeño es periodista
mquiterio@cicomnews.com

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