jueves, noviembre 01, 2007

Brasil debe pedir perdón por crimen de lesa patria

Del Listín Diario, Matutino Dominicano

Raúl Pérez Peña (Bacho)
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Es importante recordar que en 1965 República Dominicana sufrió la segunda ocupación norteamericana en el siglo XX, un abominable crimen de lesa patria, que contó con la complicidad de varios países latinoamericanos, especialmente Brasil, que se prestó alegremente a “comandar” la denominada Fuerza Interamericana de Paz, FIP, nombre con el que se intentó ponerle un camuflaje al intervencionismo de Estados Unidos.

Miles de víctimas cayeron durante esa grosera intervención ejecutada a sangre y fuego para ahogar la voluntad soberana del pueblo proclamada por el inmenso coronel Caamaño apoyado por la población en el enfrentamiento de las tropas invasoras.

Desde entonces, los países intervencionistas no han mostrado la más mínima señal de arrepentimiento del crimen. Por el contrario, se puede asegurar que nos invadirían nuevamente ante un nuevo mandato del imperio. En el caso de Brasil, su cúpula se podría escudar y echarle la culpa a los gobernantes de entonces, pero eso nunca borraría el atropello.

Se sostiene a consenso que España debió pedir perdón por el extermino indígena pese a que han trascurrido más de 500 años.

En el caso de Brasil, a 42 años de la guerra patria de Abril, es tiempo más que suficiente para un desagravio. Las autoridades del país suramericano, y especialmente el presidente Lula, no tienen excusas válidas para evadir un gesto de resarcimiento ante el pueblo dominicano, que sufrió el ultraje intervencionista de Brasil.

Lula conoce bien lo vergonzoso de la ocupación y el bochorno que afectó a los brasileños dignos cuando las tropas de su país vinieron a matar a mansalva de los dominicanos obedeciendo a un vulgar narigoneo de Washington. Lula conoce de sobra el significado del término “autocrítica”.

Lula no puede dejarle a otro gobernante brasileño la oportunidad de una autocrítica seria por el crimen de lesa patria de invadir a República Dominicana. De no expresar el desagravio, se impone reiterarle: Lula, estamos contigo en la distancia.

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