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PABLO PARDO (ESPECIAL PARA EL MUNDO)
WASHIGTON.- Los Sulzberger no son los Bancroft. Véanse los hechos: los Bancroft dejarán este mes de controlar Dow Jones, el grupo de medios que llevaban dominado como si fuera el cortijo de una familia aristocrática absentista desde hacía casi ocho décadas.
De hecho, Rupert Murdoch, que venció la resistencia de los Bancroft a vender con un premium del 60%, ya tiene un despacho en la joya de Dow Jones, 'The Wall Street Journal', el segundo diario más vendido de EEUU. Sin embargo, los Sulzberger siguen al frente de The New York Times Company, otra de las empresas tradicionales de medios de comunicación estadounidenses. Y han sido capaces de derrotar a Morgan Stanley, el mayor banco de inversión del mundo por volumen de negocio, en una sorda guerra por el control de la empresa.
Eso es algo notable, y no sólo por la derrota de los Bancroft frente a News Corporation, que es la empresa de Murdoch. Casi todos los grandes grupos de prensa escrita de EEUU están cambiando de manos. Knight-Ridder, que es, tras Gannet (el editor de 'USA Today', el diario más vendido del país), el segundo mayor grupo de prensa escrita de EEUU, ha sido troceado entre su rival McClatchy y un grupo de fondos de capital-riesgo. Y Tribune, propietaria de dos de las cabeceras más importantes del país, 'Chicago Tribune' y 'Los Angeles Times', ha sido comprada por uno de los reyes del ladrillo de EEUU, Sam Zell, que ha pagado por ella 8.200 millones de dólares (5.500 millones de euros).
Pero los Sulzberger siguen sin soltar 'The New York Times', como quedó claro hace dos semanas, cuando Hassan Elmasri, el gestor de fondos de Morgan Stanley que hace un año y medio les declaró la guerra, vendía el 7,2% que controlaba desde hace varios años.
Elmasri vendía porque no había podido forzar un cambio de los estatutos de la empresa. Los Sulzberger sólo tienen el 1% de las acciones de The New York Times Company. Pero nombran el 64% del consejo de administración. Eso se debe a que sus acciones valen más que las otras. Es un sistema muy común en EEUU, que también tienen, entre otras, Google, el gigante de la televisión por cable Comcast –que en 2004 estuvo a punto de comprar Disney– y la propia News Corporation.
La estrategia de Elmasri era simple: si se cambiaban los estatutos, The New York Times Company dejaría de ser, por primera vez en 111 años, el cortijo de los Sulzberger. Y la empresa se convertiría en blanco de ofertas de compra, con lo que Morgan Stanley obtendría unas enormes plusvalías. Un ejemplo: el ex presidente de General Electric, Jack Welch, ya ha tratado, sin éxito, de comprar dos de las joyas del grupo, el diario Boston Globe y parte del equipo de fútbol americano Red Sox.
Pero la victoria de los Sulzberger es pírrica. El día en el que Elmasri dio la orden de venta, los títulos de The New York Times cayeron un 2,5%, «un mínimo anual, culminando así un annus horribilis para el sector en general y para la empresa en particular». ¿Quién lo decía? El propio The New York Times en su sección de economía del día siguiente.
Si la familia sigue controlando The New York Times Company, la cotización de las acciones de la empresa seguirá por los suelos, lo que abre las puertas a ofertas hostiles como la de News Corporation sobre Dow Jones. Pero, si renuncian a sus derechos y dejan que la acción suba, será cuestión de minutos que empiecen a llegar ofertas de compra no solicitadas pero probablemente muy bien recibidas por unos accionistas que han mostrado más paciencia que Job en el reino de taifas de los Sulzberger.
domingo, noviembre 04, 2007
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