La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

¿Qué pensaría el presidente Hugo Chávez si su par colombiano, el presidente Álvaro Uribe, se pronunciara de manera pública y reiteradamente en apoyo de las demandas de mayores libertades democráticas que a diario formulan líderes de la oposición venezolana y los diarios de ese país, como él hace a favor de las guerrillas colombianas?

¿Cómo reaccionaría el coronel si Uribe le escribiera cartas a sus opositores o entrara en contacto directo con los mismos para proponer acciones dirigidas a cambiar el rumbo político de Venezuela?

¿Qué actitud él asumiría si desde el palacio de Nariño se le llamara día tras días títere o amanuense de Castro, drogadicto (él ha confesado que masca hojas y hasta pasta de coca), como él hace desde Miraflores y desde su programa de radio, contra Bush y el propio Uribe, llamándoles cualquiera cosa, desde borracho y terrorista al primero, y lacayo del imperialismo al segundo.

¿Cómo procedería Chávez si Uribe enviara a Caracas delegados oficiales para reunirse con la oposición y endosar sus posiciones, igual a lo que él hace cuando designa a un ministro para negociar con las FARC una salida al conflicto en el país vecino sin el consentimiento del gobierno de Bogotá?

¿Qué diría este pretendido heredero del ideal bolivariano, si Uribe llegara a considerarse con pleno derecho a asumir de mediador en el conflicto político venezolano, aún en contra de sus deseos como presidente de Venezuela, tal y como él mismo ha hecho en el caso colombiano a despecho de la interrupción hace meses de su gestión para liberar a los rehenes de las guerrillas?

¿Cómo debería sentirse Chávez si Uribe dijera y repitiera en discursos públicos que él es indigno de ejercer la presidencia y que los venezolanos merecen a otro presidente, como él no cesa de repetir una y otra vez sobre Uribe? Insisto en que a ese tipo le faltan no una sino varias tuercas.

No está bien de la cabeza.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do