lunes, febrero 25, 2008

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El Nacional, Vespertino Dominicano

POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN
Leí esta mañana que Raúl Castro, quien sucede a su hermano Fidel en la dirección del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba, es un "presidente bisagra" y creo que es así.

Raúl, de 76 años de edad, se espera que desde hoy vaya preparando la entrega del poder a los dirigentes más jóvenes del Partido Comunista Cubano, sin omitir a los secretarios provinciales que se dice son "desconocidos en el exterior, pero con un enorme peso dentro del país".

O sea, todo indica que la transición cubana ha sido metódicamente preparada para que a nadie se le ocurra inventar soluciones y muchísimo menos si estas son llevadas desde el exterior.

Tanto es así que se adelanta que Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado y con 54 años de edad, es probablemente el sucesor de Raúl.

También se mencionan al canciller Felipe Pérez Roque y al ministro de Cultura, Abel Prieto, todos productos del actual Gobierno integrado en gran parte por combatientes de la Sierra Maestra.

Esencialmente la lucha política en Cuba en estos momentos, dicen analistas más o menos imparciales, está dirigida a mantener la unidad revolucionaria, para evitar intromisiones dañinas.

Por eso sorprendieron recientes declaraciones del secretario general de la caduca y desprestigiada OEA (Organización de Estados Americanos), el chileno José Miguel Insulza, diciendo que todavía Cuba no reunía las condiciones para reingresar a ese grupo.

Está claro que el señor Insulza se desbocó, porque Cuba no ha solicitado ese reingreso y de seguro que tampoco lo hará, mientras las cosas sean como hoy en día.

Por eso Fidel choteó esas imprudentes declaraciones y llamó a la OEA un basurero, además de la mundialmente conocida denominación de "ministerio de colonias".

Es evidente que el Gobierno cubano en forma alguna comenzará a improvisar y que cada nuevo paso en el sentido que sea ha sido cuidadosamente preparado desde hace tiempo y que ahora sólo resta ponerlo en ejecución.

No me extrañaría si entre esos nuevos pasos a ejecutar está la apertura de la frontera para el retorno de los cubanos que quieran hacerlo, si reúnen las condiciones para ello, porque tampoco hay que pensar que se repetiría lo de los marielitos, ahora en sentido contrario.

Retornarían los cubanos leales a su país en todo sentido y cuyos antecedentes no los hagan sospechosos de querer convertir su regreso en foco de perturbación social.

Hay que tener en cuenta, sobre todo, que la Revolución cubana no pasará cuando pase Fidel, porque no se trata del deseo de un hombre y de sus seguidores.

Creo, vistas las cosas desde aquí, que eso se plasmó para que durara hasta el fin de los siglos, porque los resultados han sido palpablemente provechosos para la mayoría.

Entonces que nadie invente.

rgomez@elnacional.com.do

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