MI VOZ ESCRITA
Enviado por Eulalio Almonte-Rubiera
Por Jorge Herrera
La relativa tranquilidad que respiran los electores, luego de enterarse de que en la Junta Central Electoral (JCE) se estarían tomando las providencias necesarias para evitar la intervención de Monseñor Agripino Núñez Collado en el proceso electoral del próximo 16 de mayo y para impedir que se repita la “cadena” denunciada por el ex-presidente Hipólito Mejía, podría desvanecerse por el exceso de confianza en el órgano rector de los comicios que manifiesta la dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con la principalidad de su Secretario General.
En efecto, todas las escaramuzas intentadas por el prelado, disfrazado de mediador, procuran un protagonismo a todo trance para alzarse con el santo y la limosna, en el momento que sus intereses lo exijan, aparentemente, esta vez, han resultado fallidos. Sin embargo, no es tiempo de cantar victoria.
Por algo al tal monseñor ya se le conoce como el Rasputín dominicano.
En cuanto a la famosa “cadena”, los cambios en la caseta de elección y la urna, ahora transparente, podrían ser suficientes para evitar la reedición de un fraude cuya práctica fue posible, debido a que la policía electoral desde siempre ha estado al servicio del gobierno de turno. El trueque de las boletas por dinero se hizo en las narices de todo el mundo.
Sin embargo, en su artículo del sábado 16 de los corrientes, en la pagina 11 de El Nacional, el licenciado Orlando Jorge Mera le hace un reconocimiento a los miembros del máximo tribunal electoral, en base a una alegada “capacidad profesional y honestidad” que, a mi juicio, es extemporáneo.
Fuera de tiempo, porque me resisto a creer que sea correcto que se dé por descontado que todo saldrá bien, que no habrá “incidentes traumáticos” preconcebidos con la anuencia o la indiferencia de uno que otro juez pretendidamente “profesional y honesto”.
Siempre he escuchado que no es de sabios indisponerse con los árbitros, pero si usted legítimamente sospecha de la imparcialidad de un juez, Pienso que no es aconsejable prosternarse y aceptar como buena y válida una decisión perversa antes de producirse. Entiendo que lo correcto es poner en auto a todo el que haya necesidad de ponerlo, sin tener que anunciar las consecuencias de un yerro intencional.
En semejantes términos se refiere el licenciado Jorge Mera a la agrupación participación Ciudadana, una organización que en las más de las veces se ha prestado para tratar de legitimar las pusilanimidades en que ha incurrido la Junta Central Electoral. Pero, ese es otro asunto.
Olvida con cierto dejo de generosidad el segundo hombre del partido blanco, la primera de cuatro reglas del método del pensador francés René Descartes, el mismo que descubrió el valor intrínseco de los números negativos, en su Discurso de Método: No admitir jamás cosa alguna como verdadera sin conocer con evidencia que lo es, que la evidencia racional es el único criterio de verdad y que para que algo sea evidente debe ser claro y distinto. Claro, en tanto presente y manifiesto y distinto, en tanto preciso y diferente a todo lo demás.
Nadie, absolutamente nadie, puede asegurar que todos los miembros de la JCE, empezando por su Presidente, el doctor Julio César Castaños Guzmán, sean honestos, sobretodo si se hace abstracción del concepto que sobre el político honesto tiene el político, legislador y financiero estadounidense Simón Cameron: “El político honesto es aquel que cuando lo compran permanece comprado”. Aunque necesariamente no he dicho que alguna vez al doctor Castaños Guzmán lo hayan comprado, lo que si comento, es que a lo mejor tiene su precio.
Y me asalta la duda, porque la duda regularmente conduce a la verdad. Además hay una sentencia musicalizada y entonada por el cantautor catalán Joan Manuel Serrat que así lo afirma: “Todos tenemos un precio/ todo se compra y se vende/ el traficante, el artista/ intercambian sus divisas/ el esclavo como el rey/ tienen idéntica piel/ y en el fondo se verá/ que todos somos igual”.
Es muy reciente como para que se olvide el destino del anterior incumbente de la JCE, en los comicios del 2004, doctor Luís Arias, y adonde fue a parar el jefe de los árbitros en las elecciones de 1986 que le permitieron regresar al Poder al doctor Joaquín Balaguer, de quien no escribo su nombre por respeto a sus deudos.
Volviendo a la generosidad y a la decencia del licenciado Orlando Jorge Mera con los miembros de la actual Junta Central Electoral, quiero recrear la moraleja que encierra una expresión que mi padre siempre tenía a flor de labios sin conocer que es un verso del poema “Los Irresponsables” de don Joaquín Dicenta, un poeta español casi desconocido:… “el hombre honrado se cree que lo es todo el mundo.”
Deben tener muy en cuenta la dirigencia del PRD y el equipo de estrategia del proyecto Miguel Vargas Presidente (MVP), que el doctor Castaños Guzmán, fue delegado suplente del Partido Reformista Social Cristiano ante la JCE, y que, a la sazón, el delegado titular lo era el doctor Leonardo Matos Berrido, Non Plus Ultra en manejos electorales fraudulentos, según otros expertos, quizás no menos hábiles, pero sin la misma suerte.
Durante la llamada etapa de los diez años del presidente Balaguer, el doctor Castaños Guzmán fue Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, forma parte integral del llamado Consejo Presidencial Reformista y se dice que le fue recomendado al Presidente doctor Leonel Fernández por el actual Director General del Banco Nacional de la vivienda, a quien apoda ahora “el titiritero”.
¡Ojo al Títere! Para que luego no haya que ir al muro aquel, como Jeremías, “a llorar como mujeres lo que no se supo defender como hombres”.
(El autor es abogado y politólogo)
jueves, febrero 21, 2008
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