viernes, febrero 15, 2008

La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe
Definitivamente, el presidente Fernández no estuvo en su mejor momento en la entrevista concedida esta semana a un programa muy popular de televisión.
Se extendió en vanas y abrumadoras consideraciones retóricas para justificar su cambio de opinión respecto a temas tan fundamentales como la reelección, llegando a declarar incluso que no se trata de un asunto de principios.
Y no fue tampoco convincente en su esfuerzo por remediar la mala impresión que en amplios círculos sociales produjo su previa proclamación como heredero histórico del balaguerismo, con lo cual había de hecho abjurado de su lealtad al boschismo, es decir, el conjunto de doctrinas y planteamientos que resumen el pensamiento de Juan Bosch, fundador del partido al que pertenece.
Las partes más desafortunadas de esa comparecencia se refieren, sin embargo, a tres cuestiones mucho más sensibles relacionadas con las posiciones asumidas por el Gobierno sobre acontecimientos recientes.
Su intento de descalificar el trabajo acerca del desaguado de la presa de Tavera por una comisión de personalidades de Santiago con argumentos tan baladíes como ese de quién les habría autorizado para esa tarea, no pudo ser más desafortunado y ofensivo para esa importante región del país.
Su insistencia en restarle méritos al asombro nacional por el escandaloso caso del contrato con la Sun Land, que envuelve 130 millones de dólares, y presumirlo como un asunto cerrado, sin esperar el fallo de la Suprema Corte, es simplemente incomprensible.
Igual resulta la forma despectiva con que trata y se refirió a sus oponentes, a los que no se digna siquiera mencionar por sus nombres, en la ilusa pretensión de que la supuesta superioridad intelectual que se le atribuye le sitúa en un plano por encima de los demás. Alguien de su entorno le prestaría un favor recordándole que también él es humano.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do

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