jueves, febrero 21, 2008

Al día/Pollos y huevos de oro (2)

El Nacional, Vespertino Dominicano

POR JUAN JOSÉ AYUSO

2.- Hace algunas semanas, en una “traba” del este se descubrió un gallo con una suerte de gripe aviar y “ahí fue Troya”. El negocio se trabó, a juzgar por el “grito al cielo” que pegaron desde entonces los polleros y hueveros, grandes, medianos y pequeños. ¿Por qué? Porque el negocio “redondo” de esa industria parece ser la exportación subsidiada a Haití.

Cuando los gobiernos despachan a “la camiona” por los diversos lugares del territorio, meten allí a los haitianos ilegales y los devuelven comoquiera a su país, aducen ejercer un derecho de soberanía.

El gobierno haitiano, en ejercicio de su derecho de soberanía y ante la noticia de que había “gripe aviar” en el país, suspendió de manera radical la importación de pollos y huevos desde aquí.

No era tal “gripe aviar” sino moquillo, no “mosquillo”, como declaró un funcionario y tituló un diario, pero el gobierno haitiano decidió montar su importación en una especie de “camiona”, y se dejó a los exportadores.

Mientras, los industriales de pollos y huevos daban lástima entre lloros y lamentaciones, como si se les hubiera muerto un familiar. Y así era, en efecto, porque su exportación los pone, sin mayor control o participación del Estado, a manejar buenos dólares de los que están a 33 o 34 pesos por uno.

En lo que “el hacha va y viene”, surgió la posibilidad de que Venezuela cambiara pollos y huevos por petróleo y los polleros y hueveros se quisieron morir otra vez. Esa exportación, controlada por el gobierno, dejaría en el fisco todos los dólares porque sólo entregaría pesos a los exportadores.

Tantos barriles de petróleo por tantos pollos y huevos representan un negocio de “trueque” que beneficia al Estado, porque con esos dólares bajaría un poco la factura de importación, no importa que pagara en pesos el monto exportado a los productores criollos.

De otro lado, el gobierno y los polleros y hueveros aceptaron la visita de una comisión haitiana para chequear la sanidad en las granjas, que comprobó que no había tal “gripe aviar” sino moquillo, pero el gobierno de Haití siguió “en sus trece”.

Exigió entonces una certificación de organismos internacionales y los polleros y hueveros criollos realizaron peregrinaciones cerca del gobierno para que la solicitara a la Organización Mundial de la Salud o al Fondo Pollohuevero Internacional, y aquí vino el papel.

Pero los vecinos, siempre en ejercicio de la sacratísima soberanía que invocan los dominicanos para la recogida y devuelta de haitianos en “la camiona”, no subieron a catorce ni bajaron a doce sino que mantuvieron “sus trece”. Y cero importación.

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