La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

Los argumentos esgrimidos por el presidente Leonel Fernández para evadir un debate con sus competidores y participar en una cumbre de candidatos presidenciales carecen de validez.

La forma despectiva en que se refiere a sus competidores, aquello de águila no caza moscas, grandes ligas no juega con doble A y otras monsergas, aleja la posibilidad de un compromiso nacional entre los actores principales del drama político.

Aunque el mandatario es una persona de mucho talento y carisma, lo cierto es que con una sola excepción probable, los candidatos presidenciales de la oposición tienen una hoja de servicio público mucho mayor que la que él exhibía cuando fue por vez primera candidato.

Las experiencias de la mayoría de sus adversarios de hoy en el campo de sus respectivas profesiones son también más amplias y exitosas.

Fernández era una figura virtualmente desconocida para el país cuando fue nominado a las elecciones del 1996 y sus logros en el ejercicio de la abogacía no eran nada notable.

Naturalmente, eso no le quita méritos.

Pero tampoco le dan autoridad para menospreciar a los candidatos de otros partidos que tienen el mismo derecho a competir por la posición, con capacidad muchos de ellos igual o tal vez superior a la suya. El doctor Guillermo Moreno no goza de su popularidad, pero probablemente por la práctica y el ejercicio le supere como abogado.

Miguel Vargas Maldonado, el candidato principal de oposición, obtuvo la candidatura con más experiencia en el gobierno que la que el hoy Presidente poseía cuando se le nominó por primera vez, y es innegable que sus logros como ingeniero han sido mayores que los de Fernández como abogado.

Y así con otros.

De manera que no hay razón que justifique la renuencia del jefe del Estado en medir capacidades con aquellos que el 16 de mayo le disputarán el puesto.

A menos que se crea superior y salvador de la patria.

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do