viernes, febrero 15, 2008

Pulsaciones

El Nacioanal

POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN
Si yo tuviera calidad para hacerlo le pediría a monseñor Agripino Núñez Collado -Agripino, simplemente, para todo los dominicanos- que suspenda la reunión del martes con dirigentes de los principales partidos políticos.

Esa reunión, según se ha dicho, es para tratar de bajar las tensiones provocadas por la campaña electoral, durante la cual han salido al aire los más diversos improperios y acusaciones.

Para algo parecido convocó la Junta Central Electoral y aunque proclame que fue exitosa, la realidad es que los representantes de dos de los tres grandes partidos -el Revolucionario Dominicano y el Reformista Socialcristiano- se marcharon antes de que comenzara.

Quizás a Agripino no le hagan lo mismo, pero le han advertido ya cuál es la agenda de la reunión y que salirse de ella significaría dar la por terminada.

Además, no estaría de más que Agripino repase con cierto detenimiento las páginas de cualquier periódico o que escuche cualquier programa político de radio o televisión para percatarse de cómo están los ánimos.

Gente que se proclama pacífica en una página, en la siguiente tira veneno por la boca, y usted no sabe qué cosa creer.

Con toda seguridad que Agripino escuchará mansos corderitos, pero esos corderitos se harán dignos hijos del infierno cuando, al salir de la reunión, los periodistas les pregunten sobre cualquier tema político.

Por eso, para que no pierda el tiempo, es que le sugiero a Agripino, con la mayor seriedad, que desista de la convocatoria para el martes y la aplace indefinidamente.

Además, está la realidad de que en más de una ocasión ya ha hecho tanto o más que cualquiera en pro de la tranquilidad y la normalidad de la República Dominicana.

Es tiempo de ir planeando otras cosas, particularmente lo que concierna a la Madre y Maestra, incuestionablemente una de las mejores universidades del país bajo su rectorado.

Y, en otra demostración de atrevimiento, también le sugeriría que piense más en su condición de sacerdote que en la de mediador, y se ocupe de la feligresía católica que, a lo mejor, lo necesite más y sepa escucharlo con mayor respeto que los políticos.

Me disgustaría profundamente si alguien -que siempre aparece- le dé a cuanto he escrito una interpretación diferente a lo que he dicho taxativamente. Nadie busque más, porque no encontrará.

Desde luego, también espero que Agripino entienda mi petición, llena de las mejores intenciones, particularmente hacia él.

De los invitados a la reunión no puedo ocuparme por ahora, porque estoy en otros menesteres.

Sin embargo, como los reconozco a todos como personas más o menos equilibradas, les sugiero que no sigan por el camino que van, porque ni Agripino los salva.

Prefiero, primero, salvar a Agripino.

rgomez@elnacional.com.do

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