1.- Hará algo más de veinticinco años, a la dieta diaria de los dominicanos se le llamaba “la bandera”: arroz, habichuelas, carne, plátanos y ensalada. Y todavía, aunque ahora reforzada por los pollos y los huevos, más baratos, y tan nutritivos.
La gente de la mayoría come más pollos y más huevos y en torno a esa producción se ha desarrollado una industria de la que viven centenares de miles de trabajadores y hace fortuna un grupo de empresarios.
El huevo puede prepararse de muchas maneras aunque no tantas como el pollo, del que no se desperdicia siquiera sus patas. Una sopa o un guisado de “pico y pala” le calma la barriga a cualquiera, y lo alimenta.
Lo mismo que las vísceras. Asaduras y mollejas, juntas o guisadas por separado, son “compaña” ideal de plátanos, ñames, mapuey, yautía y arroz blanco. Las segundas, en particular, son bocado “gourmet”, de acuerdo con el refinamiento culinario de la o del cocinero y del comensal.
La variedad incluye “asopao”, arroz con pollo y locrio, sánduiches y pollo “al carbón”, “alitas picantes” y hasta el “pichirrí”, que tiene su público, vergonzante o no.
Desde sopas para enfermos y parturientas hasta frito, guisado, en chicharrón, al horno, el pollo da la batalla en la mesa y pasa a ser poco a poco, si no parte importante de la “bandera”, la enseña misma, en sustitución de arroz/habichuelas/carne/ensalada/ plátanos.
Los polleros y hueveros industriales satisfacen la demanda nacional aunque en ocasiones, pollos y huevos escasean y encarecen, por algún accidente natural que nunca se refiere a enfermedades de las aves sino a fenómenos de la naturaleza o a desequilibrios en el margen de beneficios que esos empresarios entienden que deben recibir.
Es política de Estado la de proteger a la de pollos y huevos, como a la industria en general, y abundan las exoneraciones de importación de alimentos y otros insumos aunque, sin ser parte de la política estatal sino maña, habrá de ellos, como tantos de otras actividades, que se las ingeniarán para evadir “todos estos los impuestos que cobra el gobierno”.
Por la vía de la protección y otras exenciones, se coló el incentivo a la exportación de pollos y huevos, con el mercado cautivo de Haití como destino.
Flete barato, distancia corta, poco peligro de transporte y, encima, mercado asegurado porque es cautivo. (Importar pollos y huevos de otros países, mar de por medio, encarecería los productos y los pondría todavía más lejos del alcance del haitiano).
Pero ¿cuánto pagan los polleros y hueveros como derecho de exportación? ¿Qué porcentaje de los dólares que manejan por el negocio pasa, como debe, al Estado? ¿Cuáles otros impuestos de aduanas pagan estos exportadores? Y en resumen, ¿cuáles son las reglas del negocio?
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