POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN
Circulan por ahí, preparados por partidos políticos, uno o varios listados con nombres de periodistas dominicanos con indicaciones de cuál es la preferencia partidaria de cada uno de ellos y qué debe hacerse en cada caso.
Fulano de Tal: perredeísta, peledeísta, reformista o independiente, según sea; hay que conquistarlo, reconquistarlo o estimularlo, son las recomendaciones.
Del contenido de uno de esos listados me enteré verbalmente al través de una persona de mi entera confianza, quien me aseguró que mi nombre no figuraba en el que pudo ver.
O sea que allí no estoy entre perredeístas, reformistas ni peledeistas, lo que agradezco profundamente.
Tampoco, según lo que me dijeron, estoy entre los que hay que estimular, a lo mejor porque me consideran un caso perdido o que ya no vale la pena. Mucho mejor.
La realidad es que me encuentro bien cómodo en donde estoy, luego de -durante mi carrera- haber sido caprichosamente colocado en las más diversas agrupaciones políticas.
Hace años, en una evaluación preparada para consumo de empresarios, me calificaron como "amigo de Peña Gómez", cuando parece que eso era pecado mortal.
En otra oportunidad, cuando dirigía el periódico El Sol, para meterme entre los balagueristas alguien se puso a contar el número de fotos del doctor Balaguer que se publicaron en ese medio durante una semana.
Para esa ocasión el doctor Balaguer era Presidente de la República y agotaba sus primeros 12 años. El conteo llegó a ocho o nueve fotos en una semana, lo que, de acuerdo al contable y sus aliados de ayer y hoy, eran pruebas más que suficientes de mi balaguerismo.
Nunca he presumido de nada en el ejercicio de mi profesión y sin dármelas de poseer una modestia a toda prueba, puedo proclamar que jamás he recibido un chele de nadie para decir, o dejar de decir, ésto o aquéllo.
Pero para decir la verdad completa, tengo que también admitir que nadie, jamás, me ha ofrecido un centavo para hacer o no hacer. He vivido de mi salario que unas veces ha sido deficitario y otras ajustado a la realidad del momento. Sin excesos.
Pero no quería hablar de mí, sino advertir que los listados hechos por partidos políticos son legítimos y nadie debía ofenderse por estar en ellos, en el encasillado que sea.
Pertenecer a ése o a aquél partido político no es ilegal. Una vez arriesgaba el pellejo quien fuera comunista, hasta que el doctor Balaguer legalizó esa corriente política. Y aún así.
¿Les confieso algo con toda sinceridad? Me desencanté cuando mi amigo me dijo que mi nombre no estaba en el listado que él leyó,
¿Es que ya no valgo la pena o es que soy más conocido de lo que yo supongo?
Ni me lo digan.
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