Un día de estos voy a escribir explicando cómo se hace este control, como me enseñaron en Israel cuando hace dos años fui a ese país a negociar precisamente eso y que no se ha puesto en práctica por ser “inconveniente” para algunos bolsillos de los adoradores del Rey Midas.
El pasado miércoles 13 de febrero recibí la llamada angustiada de una madre de dos niños de la comunidad de Higüey.
Su alarma se debía a que un niño del colegio De la Salle de esa ciudad había sido internado en malas condiciones en la Plaza de la Salud, en Santo Domingo, afectado de Meningococcemia. Afortunadamente pude tranquilizar a la higüeyana pues sus hijos estaban previamente vacunados contra esta terrible enfermedad.
En Higüey había gran alarma. Se había cerrado la escuela y se iba a proceder a una vacunación generalizada. Debo aclarar que lo correcto en estos casos es suministrar por algunos días un medicamento llamado Rifampicina a los posibles contactos, ya que las vacunas tardan unos diez días en ser efectivas.
Quiero señalar, una vez más, que la Meningococcemia afecta por lo regular a personas que acuden a colegios, cuarteles y otros centros donde hay aglomeración humana y causa brotes peligrosos. Hace un tiempo hizo cerrar temporalmente (causando varias muertes) a las academias Militar de las Carreras y a la Policial de Hatillo.
Esta real, involuntaria y peligrosa guerra biológica proviene desde hace años de nuestros vecinos haitianos donde esta endémica enfermedad es mantenida activa por las condiciones sanitarias, educativas y sociales de ese desdichado país.
Es posible que nuestras autoridades sanitarias – una vez más- nieguen la “especie” en vez de tomar las medidas adecuadas que no son otras que las que tomaron los propios haitianos cuando se trató de la “influencia aviar” que sólo afecta a los pollos y que en este caso parecen ser más importantes que los seres humanos.
La frontera puede cerrarse por motivos valederos para aislar a la agresiva guerra biológica y obligar a la “comunidad internacional” a mejorar la salud en ese desdichado país.
Un día de estos voy a escribir explicando cómo se hace este control, como me enseñaron en Israel cuando hace dos años fui a ese país a negociar precisamente eso y que no se ha puesto en práctica por ser “inconveniente” para algunos bolsillos de los adoradores del Rey Midas.
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