Por: Eduardo Aulicino/El Clarin/Servicios Google
Algunos de los muchos dirigentes que Néstor Kirchner recibe en sus oficinas de Puerto Madero han escuchado al ex presidente exponer sobre la intención de vincular al Partido Justicialista con la Internacional Socialista. Pero ninguno de los visitantes se llevó precisiones de cómo le daría forma orgánica a ese proyecto, que por ahora parece más dirigido al terreno doméstico que a un debate sobre alineamientos en la política mundial.
Las relaciones o, más aún, el tipo de alianzas o entendimientos en el plano internacional son parte de una discusión no agotada en el PJ. Sin entrar en el debate histórico, alcanza con recordar el vínculo con democristianos y con liberales, en épocas de Carlos Menem, que luego fue desarticulado por Eduardo Duhalde.
Aquellos gestos, como este que trasciende ahora, tienen que ver con la política internacional pero también dicen bastante en la política doméstica. Así como en la etapa menemista el peronismo acompañaba una gestión calificada como neoliberal, en estos momentos el kirchnerismo aspira a mostrarse como una opción que ocupe posiciones en la amplia gama del centroizquierda.
Las señales de Kirchner aparecen en medio de todo el proceso de rearmado de las estructura del PJ. El contexto no es un dato menor: la reorganización partidaria, y la intención de dejar apenas algunos nombres fuera de este tejido -Carlos Menem, los hermanos Rodríguez Saá-, ha sumado a dirigentes de muy diverso origen y perfil, entre gobernadores, intendentes, otros referentes territoriales y jefes sindicales.
Ese vuelco decidido hacia las estructuras del PJ, como eje de su poder político, generó algunas inquietudes concretas en otros socios, un rubro en el que se anotan organizaciones piqueteras, radicales K, dirigentes socialistas aliados y también expresiones de origen gremial críticas de los jefes de la CGT.
Algunas de esas prevenciones -la mayoría, en rigor- tienen que ver con el temor a perder peso individual frente a un peronismo alineado casi sin fisuras con el ex presidente. Con varios representantes de esos sectores conversó Kirchner en las dos últimas semanas, para transmitirles un mensaje tranquilizador.
Pero, además, algunos piensan en términos de imagen hacia fuera. Apuntan, en otras palabras, a enviar señales también a las franjas de la sociedad consideradas progresistas o, en un sentido más amplio, independientes.
En los planes de Kirchner, ese último es también un elemento de peso. El ex presidente imagina a futuro un escenario donde las aguas se dividan más o menos claramente entre centroizquierda y centroderecha. Y en su tablero, como opción de centroizquierda figura su propia construcción política, ahora girada en torno del rearmado del justicialismo.
En términos de imagen, entonces, plantear algún tipo de vínculo con la Internacional Socialista también podría operar en el terreno interno. El camino, en caso de encararlo, tiene sus estaciones.
La IS integra con distinto grado de relación a organizaciones de más de un centenar de países. Dos fuerzas de la Argentina, el Partido Socialista y la UCR, son miembros plenos, en un universo donde pesan fuerte varios partidos gobernantes en Europa y algunos de cierta gravitación en otras regiones.
El trámite de adhesión, por supuesto, no es sólo formal. La IS se ha dado varias categorías de integración (partidos observadores, consultivos y miembros plenos), además de otras formas de vinculación con menor nivel de compromiso.
Hasta ahora, por lo que dejó trascender el kirchnerismo, el ex presidente habló de buscar un lugar en la categoría de observador, algo así como un primer peldaño en la estructura de la IS. No es una cuestión sencilla, de todos modos. El PJ debería tratar el tema en sus propias filas, aprobarlo y presentar el pedido ante el Comité de Admisión de la Internacional Socialista, que lo resuelve finalmente en sus congresos. Está claro que no es un trámite simplemente burocrático: se trata de cuestiones políticas delicadas, en un juego que involucra a muchos y poderosos socios. Como siempre, las miradas en busca de puentes suelen girar hacia los socialistas españoles.
Habrá que ver entonces hasta dónde y cómo avanza esta idea. Por ahora, los esfuerzos del armado kirchnerista están puestos en garantizar el viernes un congreso peronista "impecable", para formalizar la convocatoria del proceso interno que será coronado con la consagración de Kirchner al frente del PJ. Esa es la mayor preocupación inmediata del oficialismo, también en términos de imagen.
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