viernes, marzo 14, 2008

Fortaleza cooperativa

Hoy, Matutino Dominicano

PEDRO GIL ITURBIDES

Con motivo del inicio de la primera legislatura del año se habla de que a las cooperativas se las harán sujeto de tributación. Por el camino que se ha lanzado al país, todas las actividades tendrán que pagar impuestos. Y no anda lejano el día en que nos pongan medidores en las narices a los fines de cobrar el aire que se respira. Entre tanto llega ese día que ya no parece tan lejano, conviene que se pondere el papel de las cooperativas. Por nueva vez.

Todos saben que si bien realizan operaciones comerciales y financieras, las cooperativas sirven a objeto diferente del propio de los negocios de estas áreas. Pero como no les ha sido posible buscar un signo de intercambio distinto al de la moneda, sus operaciones pueden ser cuantificadas como las propias de empresas financieras. Otras veces hemos señalado, y lo reiteramos ahora, que el diferente destino de las ganancias obtenidas en esas actividades, delinea a las unas y a las otras.

Un banco cierra su año fiscal y, tras descontar los impuestos sobre beneficios, entrega a los accionistas una proporción relacionada con el monto de sus acciones. A los clientes preferenciales, aquellos que a lo largo de ese año fiscal han realizado negocios lucrativos, se les otorga un reconocimiento más o menos importante. Pero éste no pasa de ser un regalo, de monto determinado dentro de un capítulo de las relaciones públicas. Ni un centavo más. Porque los accionistas esperan lo suyo.

En las cooperativas los socios reciben una proporción que se relaciona con la ganancia total y, en algunas de esas entidades, con lo recibido como préstamo. Pero también, como redituación principal, recibe remuneración por el ahorro acumulado. Tal vez un socio de una cooperativa hubiere recibido más intereses por su dinero ahorrado, en un banco. Pero al banco no puede ir a dar opiniones sobre cómo deben los administradores cumplir su tarea. En cambio, de la cooperativa es miembro de pleno derecho de su asamblea general, y en muchos casos, de comisiones de trabajo.

¿Ganan dinero? Evidentemente que ganan dinero. Ganan los que ahorran y ganan los que administran. Entre estos últimos no han faltado, una que otra vez, rateros que en combinación con un socio administrador cargó con los dineros de todos los ahorrantes. Pero los bancos no han estado exentos del mal. Las historias de estafas a ahorrantes y depositantes es más escandalosa en las dichosas financieras y en los bancos. Porque el mal no reside en el instrumento, sino en las manos de quienes manejan sus recursos.

Tal vez la legislación cooperativa requiere reajustes, no tanto para perturbar la existencia de estas asociaciones de responsabilidad mutua, sino para asegurar el ahorro de los socios. En consecuencia, esos reajustes deben dirigirse a establecer mecanismos de responsabilidad penal más allá de lo establecido por la ley actual, en el monto de los costos administrativos y en el establecimiento de un fondo de fidelidad. Fuera de esto, a las cooperativas y a las sociedades mutualistas se las debe dejar que operen como hasta hoy.

Por lo menos hasta que se establezca por ley que todos los ciudadanos pagaremos impuestos por el aire que respiramos.

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