La columna de Miguel Guerrero

Por Miguel Guerrero / El Caribe

El país recibió con profundo dolor y temor los detalles preliminares del primer incidente grave de campaña. En Azua, simpatizantes de las dos principales fuerzas políticas, el PLD y el PRD, escenificaron recientemente un enfrentamiento que dejó como saldo tres personas heridas de balas.

Los perredeístas sostienen que las víctimas todas son suyas y que el responsable es un diputado del partido oficialista que disparó contra simpatizantes que regresaban de un “bandereo”, la antigua práctica de agitar banderas en una esquina para llamar la atención sobre un candidato.

Los peledeístas aseguran, en cambio, que todo comenzó cuando sus adversarios apedrearon una caravana presidencial que hacía campaña por esa zona.

El incidente debe ser aclarado para evitar situaciones similares en lo que resta del periodo electoral y a fin también de sancionar a los culpables.

El hecho de que estemos en campaña no le da derecho a nadie de hacer uso indebido de armas de fuego.

Y menos si se trata de un legislador. No creo que haya muchos antecedentes históricos de un congresista disparándole a una multitud de votantes.

La justicia debe actuar para poner las cosas en orden y establecer responsabilidades.

Si el asunto queda en manos de los partidos se harán daño acusándose mutuamente del incidente y las víctimas y la tranquilidad electoral estarán expuestas a nuevas exhibiciones de irracionalidad política.

Es de extrema importancia que al más alto nivel, la dirigencia nacional, de uno y otro partido, formule un compromiso ante el país de que hará cuantos esfuerzos sean necesarios para garantizar que el tramo final de la campaña quede libre de sobresaltos y violencia.

El sosiego de la nación está por encima de los intereses de los partidos, aunque ellos se nieguen a reconocerlo. Si ese compromiso no se da, la incertidumbre dominará lo que resta del proceso. ¡Créanlo!

Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do