sábado, marzo 15, 2008

Fernández y los cuervos de la adulación

Hoy, Matutino Dominicano

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Es asunto para quedarse uno boquiabierto. Leo en la siempre atractiva Coctelera de la página 2A de este periódico, que el Congreso “evalúa una propuesta formulada por un ‘asesor’ para Asuntos Urbanos del Poder Ejecutivo, reclamando que se declare al presidente Leonel Fernández como Propulsor de la Paz y la Integración Latinoamericana”, debido al éxito de su gestión como anfitrión y mediador durante la reciente reunión del Grupo de Río en la capital dominicana, logrando apaciguar y desarticular la enorme peligrosidad de un conflicto bélico entre Colombia, Ecuador y Venezuela.

Estamos orgullosos de la actuación del presidente Fernández en esta grave y trascendental reunión internacional de mandatarios, pero ¿pedir que se le declare Propulsor de la Paz y la Integración Latinoamericana?

¡Por Dios!

¿Es que no aprendemos? ¿Hasta cuándo vamos a continuar buscando ventajas mediante la adulación? Sobrada razón tenía Antístenes de Atentas, discípulo de Gorgias y luego de Sócrates, cuando, según refiere Diógenes Laercio en su “Vida de Antístenes”, el filósofo aseguraba que “es mejor caer entre cuervos que entre aduladores, porque aquellos sólo devoran a los muertos y éstos a los vivos”.

Una montaña de siglos después, desde el Quinto A.C. de Antístenes al Diecinueve de nuestra Era Cristiana cuando vive y escribe el extraordinario poeta, prosista e historiador peruano Ricardo Palma, encontramos que el admirado autor de las “Tradiciones peruanas” apunta que “Siempre viene a parar en humo, el incienso que se quema a los magnates”.

Y es así.

¿Dónde están y qué se han vuelto los desorbitados aduladores de Rafael Leonidas Trujillo? En buena medida responsables de la desintegración o desaparición del astuto sentido político de aquel dictador terrible e ilimitado, magnificador insoñable de lo positivo y de lo negativo.

Ahora algunos quieren darle cucharadas de la misma pócima al presidente Fernández. Lo de Propulsor de la Paz, me recordó lo de Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre.

No obstante, confío en que el joven Presidente no se deje envolver en los regalos envenenados que le hacen algunos voraces ambiciosos, disfrazados de amigos fieles, de seguidores confiables, de compañeros arrobados de admiración ilimitada.

Leonel Fernández puede hacer mucho bien al país, como hombre bien intencionado, inteligente y culto, aunque no estemos de acuerdo con algunas de sus prioridades y estimemos que urge invertir en primer lugar en radicales modificaciones en la educación -desde abajo hasta arriba-, en controlar la especulación con los precios de los alimentos (con hambre o inadecuada nutrición no puede haber progreso) y cuidar celosamente la salud pública, controlar todo el aspecto médico, trátese de doctores o manipuladores de medicamentos.

Confiamos en que no se deje envenenar por los aduladores cuyo humo de incienso y mirra, brotando a raudales, nubla la vista y adormece el entendimiento.

Estamos a tiempo.

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