miércoles, marzo 12, 2008

Motivos


El Nacional, Vespertino Dominicano

PEDRO P. YERMENOS FORASTIERI
Se acerca el tiempo de elegir. De seleccionar, nada más y nada menos, que el camino que transitará nuestra nación durante mil cuatrocientos sesenta días. Es una decisión trascendente. Mucho más que optar entre personas determinadas, apostaremos a concepciones de la vida, a prioridades, a proyectos, a políticas públicas que marcarán un rumbo específico. ¿Estamos satisfechos de lo que hemos alcanzado como conglomerado humano en 164 años de vida republicana?. ¿A partir de los resultados obtenidos, debemos reiterar lo realizado, o merecemos un cambio profundo?.

Los motivos que impulsan una acción de esa envergadura, debían ser similares a los que nos mueven cuando decidimos compartir nuestras vidas con alguien a quien amamos entrañablemente. O cuando seleccionamos una profesión u oficio movidos por una irrefrenable vocación. Poco importa en esos instantes decisivos, si se trata de una persona rica o pobre, fea o bonita, morena o blanca. Tampoco si es una ocupación de moda o desfasada, si genera o no grandes fortunas. Lo único que influye es la convicción, el amor, la certeza de que estamos actuando en función exclusiva de nuestras más sentidas demandas internas.

Eso es integridad. Fidelidad absoluta a nuestros propios criterios. Responder a esos gusanillos interiores que nos hacen vibrar cuando hacemos lo que nos gusta, lo que nos produce placer, lo que elegimos porque es un imperativo exclusivo de nuestra voluntad. Sin cortapisas, sin influencias, sin limitaciones penosas que nos obligan a condicionar nuestra conducta. Sin actuar por conveniencias falsas que, más temprano que tarde, producirán cansancio, desgano, frustración y lástima.

Esos motivos debieran estar presentes en la decisión política. Que las ideas a partir de las cuales concebimos el mundo sean los únicos resortes que nos hagan decidir. En una dirección u otra. No importa. Lo que vale es cada quien actúe en función de sus particulares visiones y que arrime sus hombros sólo a proyectos donde se sienta representado y le ofrezcan garantías de que esas ideas, bajo su implementación, podrán avanzar.

En escenarios como el nuestro, esas aspiraciones de que se vote con absoluta libertad, lo que va más allá de estar libres para votar, enfrentan múltiples obstáculos. Ninguno de los cuales es accidental. Han sido propiciados con meticulosidad para que resulte fácil mover voluntades sobre bases frágiles, que permitan el engaño permanente de una población que, por ironía, incurre en la ingenuidad de amolar la horca que hiere su garganta.

Por eso esta sociedad es un gigantesco rompecabezas de piezas desajustadas que, al final del esfuerzo por armonizarlo, forman una figura que nada tiene que ver con el modelo mostrado en la caja que guarda las partes. Aquello parece un esperpento dislocado de patas arriba, con el corazón en los pies, pisoteado, y el alma al final de la espalda, gimiendo.

El reto es deshacer esa imagen mostrenca. Colocar todos sus miembros sobre una nueva y limpia superficie y empezar, como orfebres, partecita por partecita, a hacer encajar sus dimensiones, permitiendo que surja, de esa manera, el diseño que este país merece.

yermenossantos@codetel.net.do

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