lunes, marzo 10, 2008

El neotrujillismo leonelista.

Por Fernando A. De León CDP-New York

Luego del presidente Leonel Fernández Reyna presentar visos de una profunda admiración, que raya en lo abyecto, por la desaparecida figura del doctor Joaquín Balaguer, habría que concluir en que el flamante presidente metrista, en cualquier momento, de repetir en el poder, tiene suficiente madera para sofocar a punta de fusil y macanas, cualquier manifestación callejera.

Y, partiendo de las extremas ancilaturas (calidad de siervo o servil), que presenta una buena parte del conglomerado de la dominicanidad en nuestra maltratada República, no nos extrañaría si en cualquier momento, algún transfuga propusiera al igual que en la pasada época Trujillista que a la metrópolis, Santo Domingo se le cambiara el nombre por "Ciudad Leonelista". Y como es de rigor entre los serviles, también a alguien se le podría ocurrir decretar que a Fernández Reyna se le llame "benefactor" de la patria nueva.

Después de idolatrar a Balaguer, esos acontecimientos podrían sucederse, y más cuando estos giros políticos oficiales, de algún modo se corresponden con el neotrujillismo leonelista.

De lo arcano(secretos profesionales) de nuestro tiempo como reporteros en Nueva York, todavía recordamos como ahora, cuando el entonces dirigente peeledeísta, Fernández Reyna, nos habló con cierto desgaire(en el 1994) sobre el calamitoso estado de salud mental del profesor Juan Bosch, en sostenidos encuentros cuando laborábamos como reporteros del semanario Listín
Usa.

En la ocasión el hoy presidente de los dominicanos también nos señaló en un comentario "fuera de record" que el doctor José Francisco Peña Gómez ganaría las elecciones de 1994. Este comentario también nos lo hizo desenfadadamente, como cualquier representante común de la dominicanidad, no como el encumbrado dirigente de alturas de aquellos tiempos.

Sobre estos dos acontecimientos, sólo lo comentamos, con nuestro colega, el periodista Ramón Urbáez, quien también laboró en el citado semanario. En nuestro comentario de entonces, no sólo nos limitamos a señalar las circunstancias de las opiniones de Fernández Reyna. Nos atrevimos a más: comentamos al colega Urbáez que el hoy presidente no parecía confiable, y que íntegramente no respetaba la figura del profesor Bosch. Hoy el tiempo nos ha dado la razón.

Y, para muestra Fernández Reyna mostró el botón que ratificó nuestras barruntuosas sospechas, es decir los signos y presentimientos, si cabe el término en asuntos de la política dominicana; el denominado Frente Patriótico junto a Balaguer, en 1996, nos confirmó cierta logística en nuestros razonamientos. Y vamos más lejos, en un secuestrado libro escrito por el amigo poeta Cándido Gerón, titulado "la traición a un ídolo", éste narra, entre otras cosas, que en dicho encuentro el profesor Juan Bosch, fue cedaceado con la aplicación de dos inyecciones, y se le dijo que se celebraría sus cumpleaños, esto, abusando de la no lucidez mental que presentaba en esos momentos.

Según se nos informó, esa obra fue secuestrada de inmediato, no aparece en ninguna librería, y sólo la tiene una persona amiga aquí en Nueva York. Luego de esta publicación, Gerón fue amenazado de muerte, ya ustedes se imaginarán por quienes.

Para nosotros que no creemos en la Democracia Representativa, que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) haya cobijado en su seno a otros personeros de la rancia derecha civil y militar del espectro dominicano, no es sorpresa en lo absoluto, pero si nos resulta sintomático que los "extrarrestres mecías y puritanos" peledianos se hayan postrado ante la memoria de Balaguer, en una deplorable actitud encabezada por su presidente.

Que nadie se llame a engaño, el pinochesco Fernández Reyna con sus pausas demagógicas y el silbido de su ceceo labiodental de su retórica sofista, y con un Partido de la Liberación Dominicana (PLD), cuyos hombres se han plegado a su discurso y política de relumbrón al igual que el siniestro Balaguer, en estos momentos, tiene todas las condiciones para intentar convertirse en un pichón de dictador.

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