De la oficina de Eulalio Almonte-Rubiera
Por Jorge Herrera
Las propuestas del Presidente y candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al electorado para emprender con norte cierto el próximo período de gobierno, han sido las grandes ausentes en el proceso comicial a celebrarse el venidero 16 de mayo. El doctor Leonel Fernández y su equipo de campaña han preferido la estrategia de crear en el ánimo de la población, la percepción de que la reelección es un hecho, y que los dominicanos tenemos que aceptarlo, y punto.
La estrategia, a decir verdad, bien podría ser válida. Las que no son válidas son las tácticas que se han estado aplicando. Independientemente de que evidencian la desesperación del que se agarra hasta de un clavo caliente, cuando compran a sobreprecio a saltimbanquis harto conocidos, precisamente por sus hechos; también saturan todos los medios de comunicación con propaganda avasallante.
El empeño es tan decidido, y se están comprometiendo tanto que cuando vean la dura realidad querrán justificar la planificada reacción violenta, ya ordenada a las huestes fanatizadas del peeledeismo heterodoxo y antihistórico con argumentos tan falsos como la percepción que se planificó imponer a costa de retorcer el deseo de cambio que se siente cada vez más en los burlados electores dominicanos. Y eso es peligroso.
Tan peligroso que ya ha empezado a circular con insistencia, el rumor de que los batallones de cuasi militares que existen en varias instituciones gubernamentales, están siendo adiestrados para despojar a la oposición del documento propio para ejercer el voto, y, además, utilizarlos a discreción para garantizar los propósitos del Presidente reeleccionista.
Es de imperativa necesidad que los dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y aliados se convenzan, como lo está quien esto escribe, de que el accionar del PLD en su pretensión reeleccionista, va en una dirección claramente definida, con agenda cronológicamente programada, en pos de la consecución del efecto percepción. Nótese que hasta la proclamación del Presidente continuista, las consignas más recurridas eran: “Pa´ lante Presidente” y “Leonel Presidente en la primera vuelta”.
Sin embargo, como las coordenadas de todas las encuestas, las dizque científicas y las maquilladas arrojan lo inevitable de una segunda vuelta, en el mismo acto de su proclamación el doctor Leonel Fernández, no sin antes mentirle descaradamente al país sobre las obras que ejecutara el candidato del PRD, desde la secretaría de Obras Públicas, lanzó la consigna a seguir a partir de ese momento cuando afirmó que ganaría “en el primer boletín”.
El meta mensaje que en síntesis envían esas tres consignas, no es otro que el temerario “Horacio o que entre el mar” que en los albores de la depresión económica mundial de 1929, vociferaban en su afán continuista, los sectarios seguidores del líder de los “coluses” de la accidentada política criolla de entonces, y que dio a luz la férrea dictadura de 31 años del General Rafael Leonidas Trujillo Molina.
El doctor Leonel Fernández tiene que tener en cuenta las fatales consecuencias que le prodigó a nuestro país, la ambición desmedida del Presidente Horacio Vásquez y sus acólitos. Debe pensar el candidato reeleccionista que el solo intento de hurtar la voluntad de este pueblo, envilecido por la corrupción, el hambre y la sed de verdadera justicia, puede desencadenar una guerra civil cuyo resultado, no será una frustración más, como sucedió con el malogrado proceso revolucionario que iniciara el sábado 24, alrededor de las dos de la tarde, de abril de 1965.
Es obvio y verdadero que los involucrados en la trama continuista, luego de la parafernalia desarrollada para crear la percepción de un triunfo en primera vuelta, sueñan con un desenlace favorable fruto de la eventual lectura de un primer boletín, no de la Junta Central Electoral sino de alguna instancia complaciente que bien podría ser una ONG con una pretendida solvencia moral que no acaba de demostrar o unos jóvenes demonios disfrazados de “angelitos”.
Si gracias a Dios, ya no cuentan con la intromisión del mentado Monseñor ni del pusilánime ‘amanflorado’ que presidía la JCE, si ya no es posible eslabonar mediante la compra del voto a boca de colegio electoral, creo que lo más aconsejable es dejar de jugar con candela, porque ¡de que se van, se van! Y si es en paz, mejor. Ahora, si no se quieren ir en paz… ¡También se van!
(El autor es un experimentado comunicador, abogado y politólogo)
martes, marzo 11, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario