¿Periodismo objetivo?
José Santiago Healy
Para los estudiantes de comunicación de los años 70 en la ciudad de México, la objetividad periodística de los norteamericanos era un tema por demás polémico.Eran los tiempos de la dominación priista cuando el gobierno mexicano metía su nariz entera en los medios de comunicación y cuando los periodistas vivían asfixiados ante las presiones de los políticos, por un lado, y de sus bolsillos, por el otro. Para los jóvenes periodistas la libertad de prensa que vivía Estados Unidos se convertía en un ideal por alcanzar y una meta a la que tarde o temprano había que conquistar.
Nos impresionaba entonces que los principales diarios del vecino país como el “New York Times” y el “Washington Post” respaldaran a través de un editorial a los candidatos que consideraban más aptos para los puestos locales o federales.
Se asumía que el medio cubría de forma objetiva las actividades de cada uno de los candidatos, lo cual les daba el derecho a pronunciarse por la mejor opción de acuerdo con el análisis de sus reporteros y editorialistas.
“Algún día llegaremos a ese nivel del periodismo profesional”, rezaba por ahí un colega, ante el desaseo que vivía México en los tiempos electorales.
La mayoría de los medios de comunicación, por conveniencia o presiones políticas, apoyaba a los representantes del PRI y no necesitaba de editoriales para hacerlo notar, porque los candidatos de oposición simplemente eran minimizados sin misericordia.
Aquellos medios que intentaban con valor y sacrificio mantener su independencia difícilmente imitaban la tradición norteamericana, porque respaldar abiertamente a un candidato les acarreaba críticas y hostigamiento del sistema.
Pero a final de cuentas los lectores reconocían la imparcialidad de un medio cuando cubría con objetividad una campaña política o un periodo de gobierno.
Años más tarde quedamos sorprendidos al saber que la llamada objetividad del periodismo norteamericano no era perfecta y menos una práctica sagrada.
Recuerdo en un diario del Sur de California cuando su jefe editorial de nombre Herb Klein criticaba a los periódicos mexicanos por ser abiertamente priistas, pero sin darse cuenta que su medio era terriblemente republicano y que él mismo había servido durante varios años al gobierno de Richard Nixon.
Viene todo esto a cuento porque en días pasados sufrimos un “shock” al leer el artículo central del editor de la revista “Time”, Richard Stengel, quien sin mayor preámbulo se lanzó contra la práctica de respaldar a candidatos en la prensa yanqui. “Endorse” es el término en inglés que se utiliza, que en español significa endosar o aprobar.
El periodista señala que esta práctica viene de los siglos 18 y 19, cuando los diarios y sus propietarios estaban afiliados a los partidos políticos. Pero se pregunta, ¿por qué se mantiene en el siglo XXI cuando los electores desean información de calidad, especializada y bien trabajada, pero no quieren que nadie les diga por quién o por quiénes votar? Stengel va todavía más lejos: ¿cómo saber si la cobertura de la campaña de Hillary Clinton es objetiva cuando ese medio aprobó y recomendó en su primera plana votar por Barack Obama? El periodista considera necesario olvidarse de endosar candidatos y concretarse los medios a informar y opinar con la idea de preservar la libertad de prensa, uno de los derechos más respetados en la Constitución de Estados Unidos.
Sin duda una interesante posición en los momentos álgidos que vive Estados Unidos y cuando los medios de comunicación están tan cuestionados en su credibilidad.
Pero ¿está usted de acuerdo en la postura del editor de “Time”? ¿Pierde objetividad un medio que con profesionalismo analiza candidatos y aprueba al más capaz? ¿Sólo los partidos y organismos políticos tienen el derecho a manifestar sus inclinaciones electorales? Envíanos tu opinión y aquí intentaremos llegar a una conclusión.— Chula Vista, California.
josahealy@hotmail.com
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