Por Miguel Guerrero / El Caribe
Los dominicanos podríamos tratar de aprender las lecciones de decencia política que las campañas electorales de España y Estados Unidos han ofrecido al mundo.
Me refiero no sólo a los debates de altura que los españoles tuvieron el privilegio de presenciar entre el presidente José Rodríguez Zapatero y su rival Mariano Rajoy, el primero socialista y el segundo conservador.
Como tampoco a los que han escenificado con gracia y respeto mutuo los aspirantes a la nominación del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Barack Obama, y que desde aquí hemos podido seguir al través a la televisión por cable y el Internet.
El día de las elecciones, los españoles pudieron irse bien temprano a la cama sin ninguna duda acerca de los resultados de la jornada electoral.
Tan pronto se conocieron los cómputos, menos de tres horas después del cierre de las votaciones, Rajoy llamó al presidente del gobierno para felicitarle y ofrecerle su cooperación.
En nuestro país no tenemos certeza de que habrá de suceder lo mismo, no obstante haber nacido a la democracia una década antes que los españoles.
En EUA, una laureada académica de Harvard, ganadora del Premio Pulitzer, Samantha Power, se vio precisada a renunciar como asesora de Obama por una palabra contra la señora Clinton que entre nosotros hubiera pasado inadvertida.
Le dijo que era un “monstruo” luego de su triunfo en Ohio, aunque después trató en vano de retractarse.
La dama debió pedir excusas públicas a los dos aspirantes por la expresión con las palabras siguientes: “Hice comentarios inexcusables que distan mucho de mi reconocida admiración por la senadora Clinton y del espíritu, tenor y propósito de la campaña de Obama”.
La oficina del senador se apresuró a decir que lamentaba las expresiones que “carecen de lugar en esta campaña” y no se atienen a sus opiniones sobre el rival.
Miguel Guerrero es escritor y periodista
mguerrero@mgpr.com.do
jueves, marzo 27, 2008
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