POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN
Desde que el 12 de febrero el presidente Leonel Fernández habló por televisión en el programa de César Medina sobre el desagüe de la presa de Taveras, ya se intuía por dónde venía el informe de la comisión que él mismo designó para que investigara las circunstancias que rodearon aquella debacle.
En esa oportunidad el Presidente descalificó a los integrantes de una comisión de reputados profesionales de Santiago que ya habían hecho su propia investigación, pese a que fue formada después de la oficial.
Y dijo esa comisión de Santiago que hubo imprevisión, torpeza e ignorancia en el manejo del desagüe del 12 de diciembre que causó cerca de un centenar de muertes y millones de pesos en pérdidas tanto de la propiedad privada como de la pública.
Un día después de vencerse el plazo de tres meses que le dieron para que rindiera su informe, la comisión oficial afirma que todo estuvo correcto en cuanto al manejo del desagüe, pero que se necesita una persona "con don de mando" para encargarse de dirigir operaciones similares en el futuro.
Esa comisión la preside el secretario de las Fuerzas Armadas y reveló el contenido de su investigación en el despacho del mismo oficial, en una reunión en la que no estuvieron todos los designados.
Del informe de la Comisión de Santiago ni siquiera hizo una mínima referencia, y esto sigue al dedillo la línea presidencial que la descalificó preguntando quién la había designado.
El asunto es que me dicen que en Santiago el informe oficial, pese a que no sorprende, ha caído como un cubo de agua fría.
Ya se espera la reacción de los profesionales que hicieron la primera investigación, pese a que se han producido algunos anticipos sobre su contenido.
Se cree que la demora de los oficialistas se debió a que jugaban a darle largas al asunto hasta que se enfriara, pero resulta que había mucha gente pendiente de la fecha de expiración del plazo presidencial.
Desdichadamente ese plazo se vence cuando la campaña electoral cobra nuevo impulso y cuando todavía hay damnificados en espera de la ayuda prometida, que no fue tanta como se ha proclamado.
El asunto es que todo esto pesará sobre el futuro inmediato del acontecer político de Santiago y posiblemente de algunas regiones de la Línea Noroeste, por lo menos.
La verdad es que los santiagueros se movilizaron a tiempo para que la tragedia que los afectó no corriera el mismo rumbo de la que provocó cuantiosos daños en Jimaní en 2004, que fue más grave por alguna imprudencia técnica, pero que todavía hay una comisión investigándola.
Y por favor, no reincidamos en los insultos ni en las descalificaciones y mucho menos si son mentirosos.
Creo que todavía hay tiempo para las enmiendas. No lo perdamos inútilmente.
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