jueves, marzo 13, 2008

Al día

El Nacional, Vespertino Dominicano

POR JUAN JOSÉ AYUSO
2.- Joaquín Balaguer era presidente títere del tirano Rafael Trujillo el 25 de noviembre de 1960, cuando se asesinó a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal. Títere, pero presidente, fue responsable directo por ese crimen de la tiranía.

Cuando en 1959 el ideólogo del trujillismo y siempre alto funcionario del régimen aceptó la presidencia, en sustitución de Héctor “Negro” Trujillo, sabía muy bien la responsabilidad que asumía y los riesgos que debía correr.

Lo sabía desde 1930, ventisiete años antes, cuando decidió por convicción doctrinaria aceptar la colaboración sin condiciones con una tiranía que entró a sangre al poder y que “a saco” se mantuvo en el uso y abuso del erario.

También había sido corresponsable por los asesinatos de Virgilio Martínez Reyna y su esposa, de Donato Bencosme, de Desiderio Arias, de Aníbal Vallejo, de Eugenio de Marchena, de los expedicionarios por Luperón en 1949, de los expedicionarios por Constanza, Maimón y Estero Hondo en 1959 y del apresamiento, tortura y asesinato masivos de los conspiradores del 14 de Junio de 1960.

Y esa corresponsabilidad fue común a todos los demás trujillistas, autores intelectuales y materiales, planeadores y ejecutores de los crímenes, encarcelamientos, torturas y destierros de la tiranía, o cómplices por omisión.

Desde los primeros años de los treinta hasta el primero de los sesenta.

Las vidas y las fortunas de los trujillistas sobrevivieron porque el país no pudo implantar la sanción que debió seguir al ajusticiamiento del tirano el 30 de Mayo de 1961.

Y no pudo porque la transición política, con el apoyo de Balaguer y de otros connotados trujillistas, fue diseñada e implantada por el gobierno de Estados Unidos, que en esos momentos y hasta el día de hoy no quiere “otra Cuba”en América Latina”.

La sanción necesaria fue impedida en 1961 como lo fue en 1965, en el momento de la reacción popular contra el golpe de Estado del 25 de setiembre de 1963 para cuya frustración se produjo la invasión militar de Estados Unidos.

Como lo fue en 1966, cuando el primer fraude electoral, con la presión de una invasión militar norteamericana todavía en el país, que sembró en el poder a Balaguer.

Y en 1970 y 1974, por la misma última causa, aunque sin la presencia física de las tropas norteamericanas.

La necesaria sanción volvió a evitarse en 1986, cuando una conspiración encabezada por el entonces presidente Salvador Jorge Blanco y José Francisco Peña Gómez, ambos del Partido Revolucionario, volvió a entregar el poder a Balaguer, sin que dejara de mediar un nuevo fraude.

Y en 1994, cuando bajo la bandera del racismo y antihaitianismo Balaguer logró la unidad de los “nacionalistas” contra la candidatura de Peña Gómez, de ascendencia haitiana, quien con la experiencia pagó parte de las culpas por su aberración de 1986, como la pagó Jorge Blanco con su eliminación definitiva del escenario político

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