La sociedad dominicana parece haber perdido la sensibilidad
Por Ramón Alburquerque / El Caribe
Ética Política. El hombre hace permanentes valoraciones de sus actos. La sociedad califica las actuaciones, hábitos, costumbres o valores con el fin de sancionarlos como buenos o malos. En la antigua Grecia surgió la filosofía, como madre de todas las ciencias, reservándose la moral como rama, para el estudio de la conducta humana. Más adelante, Aristóteles creó la ética, y Platón la ética política.
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En su ascenso intelectual y técnico, el país debe prestar más atención a los temas de la moral y la ética. La moral se ocupa del dilema personal entre lo correcto e incorrecto. En cambio, la ética es la concepción teórica de uno de los principales conflictos de la humanidad que dice buscar el bien común pero sucumbe ante las tentaciones del poder, la riqueza, los vicios, y la maldad.
Al estudiar el poder, la ética se vuelve política, dedicándose al estudio de las acciones de los actores políticos: personas, partidos, instituciones, entidades, gobiernos y Estado.
La ética política fue creación de la filosofía aplicada al tratar de facilitar el encuentro del hombre con la felicitad. La moral enseña que la honestidad, la responsabilidad, la lealtad a la palabra, la veracidad, el altruismo, y sus contrarios, la corrupción, el abuso, la mentira, entre otros, son el cuadro inmutable de la civilización.
Estos juicios se confirman en una obra que en 350 años parece adquirir más vigencia, el Arte de la Prudencia, del jesuita español Baltasar Gracián (1601-1658).
Son varios los autores a consultar en materia de ética política. El Político (El sentido del poder), de Azorín, Consejos que me dio mi padre (Manual de aforismos), de Antonio Thomen; Ética Política, de Eric Fromm; El hombre mediocre, de José Ingenieros; El príncipe, de Nicolás Maquiavelo; Crítica de la razón práctica, Immanuel Kant; Teología Política, Ética política, de Jurgen Moltmann; Las 48 leyes del poder, por Robert Greene, discursos de grandes políticos, entre otras obras importantes, sobre todo, la Biblia, como manual de principios y consejos.
La Carta Magna, las leyes y las buenas costumbres completan el acervo ético del ciudadano, del actor político, de los partidos, de los grupos económicos, de los religiosos, y de los gobernantes.
El país precisa en forma urgente que los intelectuales, las universidades, los grupos de poder económicos, los partidos políticos y los gobernantes, empiecen a discutir, a reunirse, a realizar seminarios y talleres, a escribir sobre la ética de la intelectualidad, de los negocios, de las religiones, y la ética del poder.
El país está situado en lugares bochornosos en las mediciones de transparencia a nivel mundial.
Sin embargo, se le coloca al frente de la corrupción pública, en los abusos de poder, en el autoritarismo, en la falta de equidad, de justicia y negación de derechos a los que no tienen voz.
El hecho mismo que el gobierno haga la campaña al presidente de la República de turno cuando se presenta a reelección, narra de golpe, el contenido de arbitrariedad de la sociedad dominicana.
El hecho de que las personas asciendan a cargos públicos en lamentable estado de pobreza y luego muestren inusitado bienestar, y la sociedad lo acepte como normal, o natural, refleja un alto grado de complicidad.
En cualquier sociedad librada de la cultura del despojo, la ejecución de un préstamo como el de la Sun Land, del cual se pagaron casi todos los pagarés, sin que los dineros ingresaran al fisco, sería el peor escándalo público. Aquí no pasa nada.
La sociedad dominicana parece haber perdido la sensibilidad de reacción ante el drama humano y ambiental.
Por eso no se reacciona ante tétricos indicadores como éstos: mueren 32 niños por cada mil nacidos vivos; fallecen 200 madres por cada cien mil partos; el 40% de la población vive bajo niveles de pobreza; un déficit de viviendas del 40%, el 17% sin empleos, el 58% de actividad informal, parte de las residencias más suntuosas del mundo, el 30% del presupuesto oficial perdido por robos encubiertos, y el medio ambiente abusado por leyes que no se cumplen.
La Ética no pasa de moda
La ética analiza cómo las personas y la sociedad acatan o rechazan las normas, para establecer patrones frente a la pregunta ¿qué debo hacer?
El pensamiento inteligente del país está llamado a observar, estudiar, criticar y tomar partido frente a la política, para orientar la nación hacia la transparencia, ya que nuestra sociedad no califica para la competitividad global, con los actuales vicios, donde empresarios y políticos corruptos se enriquecen mientras jerarcas eclesiásticos los bendicen y defienden.
Cambio político ético. La política está obligada a ser motor del progreso; siempre será dura porque busca la verdad, pero respetando los derechos individuales.
Sus metas son educación general, equidad, justicia, pulcritud pública financiera, respeto a la voluntad de las mayorías
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