martes, abril 01, 2008

17 de mayo de 2008


En las elecciones actuales es evidente a cualquiera que tenga dos dedos de frente que la candidatura presidencial del doctor Leonel Fernández tiene todas las de ganar por diversas razones

Por
David Álvarez Martín / El Caribe


Una de las dimensiones fundamentales de la democracia es el cultivo de la cultura de la tolerancia, el diálogo y la apelación a razones. A 46 años de nuestras primeras elecciones democráticas -la de 1962- todavía perviven en el fragor electoral sesgos culturales del autoritarismo y se marginan los valores típicos de la democracia.

Esta situación se alimenta gracias a la pobreza en que viven gran parte de los dominicanos y dominicanas; la estructura vertical y autoritaria del aparato estatal sustentado en nuestra Constitución y una práctica partidaria carente de educación cívica.

En las elecciones actuales es evidente a cualquiera que tenga dos dedos de frente que la candidatura del Dr.

Leonel Fernández tiene todas las de ganar, tanto por su manejo de la estabilidad de la macroeconomía nacional, su capacidad para sumar aliados de todo el espectro político -pero especialmente de la desintegración del reformismo- y la percepción positiva como estadista que tiene en la sociedad dominicana.

Salvo que no ocurriera un cataclismo natural de grandes dimensiones o la macroeconomía del país se resquebrajara a los niveles del 2003, nadie puede competir con el Dr. Fernández en un intento de reelección.

El PRD, totalmente controlado por el sector PPH, tuvo el desatino de expurgar de sus filas al grupo de Hatuey DeCamps que era el único sector del PRD no contaminado por el criminal manejo del gobierno de Hipólito Mejía de la crisis bancaria y que se mantuvo siempre en contra de la reforma de la Constitución para permitir la reelección del Ing. Mejía.

Ese hubiese sido un interesante candidato en el PRD.

En su lugar, el PRD-PPH reedita el mismo escenario del 2004 con una candidatura gris que amenaza con reducir la votación del partido blanco por debajo del 30% y provocar el resquebrajamiento del partido al día siguiente de las elecciones.

Porque a nadie le debe caber duda de que muchos en el partido del jacho están afilando cuchillo contra la actual dirección partidaria una vez se consuma su estrepitosa derrota del próximo 16 de mayo.

De los reformistas no hay que hablar. Se sabía desde antes de la muerte de Balaguer que su destino era desaparecer por su ausencia de estructura partidaria y proyecto de nación. El balaguerismo nunca se trastocó en reformismo.

El último salami lo tirarán en menos de mes y medio. Los balagueristas restantes ya son leonelistas.

David álvarez Martín es filósofo
davidalvarez144@yahoo.com

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