viernes, abril 04, 2008

PULSACIONES

El Nacional, Vespertino Dominicano

POR RADHAMÉS GÓMEZ PEPÍN
No pude menos que sonreir cuando ayer me enteré de que el oficialista PLD (Partido de la Liberación Dominicana) había presentado ante la Suprema Corte de Justicia una instancia en contra de la prohibición de la nominilla en la campaña electoral.

Y sonreí porque siempre he pensado que el PLD no va a atender la petición de la Junta Central Electoral que, por demás, carece de medios para hacer cumplir sus propias decisiones.

El pago de las nominillas no ha cesado en momento alguno y, tan efectivos son que el opositor PRD (Partido Revolucionario Dominicano) está entregando una especie de bonos futuristas para las nominillas de su Gobierno, si es que gana las elecciones.

El Reformista Socialcristiano, por su lado, dado que no cuenta con los recursos suficientes ni con posibilidades reales de una victoria electoral, desde un principio se puso a regalar pollos, salami, salchichón y en ocasiones uno o dos puñados de papeletas de hasta dos mil pesos.

El mismo presidente Leonel Fernández, durante el almuerzo que ofreció el lunes en el Palacio Nacional a un grupo de directores de medios, admitió que esos repartos y donaciones son imprescindibles para sostener el Gobierno con cierta estabilidad.

Fue cuando se me presentó la oportunidad de recordarle algo que alguien me había expresado desde hace algún tiempo y es que el Estado dominicano está fundamentado en la corrupción.

Y si se suprime esa corupción, el Gobierno de turno se desploma.

Porque no son sólo las nominillas -auténticos premios a la vagancia- sino que ahí están los buscones de casi todas las oficinas públicas, las ventas de sentencias y mil y una maneras diferentes de resolver problemas "por la izquierda".

El Presidente escuchó cuanto dije y la respuesta no fue una negativa contundente, sino una serie de explicaciones que concluyeron cuando el director de Prensa, Rafael Núñez, narró que alguien le había pedido al jefe del Estado, con la mayor naturalidad, que le consiguiera el premio mayor de la Lotería.

Entonces, si en esas estamos, nadie debe sorprenderse de que las nominillas no vayan a desaparecer ahora ni nunca y que cualquier decisión en su contra es una tonta manera de perder el tiempo.

Y no es que se abandone la lucha para lograr un cambio en la conducta pública de tanta gente, sino que estemos convencidos de que esa lucha no dejará buenos frutos de la noche a la mañana.

Sin embargo tampoco hay que dárselas de genio para decir que el asunto de las nominillas -una especie corregida y aumentada de los escrúpulos de María Gargajos- va a continuar ahora y por muchos años más.

Pero ojalá que la Suprema tenga el tiempo suficiente para evacuar la sentencia que se derivaría de la instancia presentada por el peledeismo, porque sospecho que será otra manifestación de equilibrismo, y nada más.

Porque, señores, ya está demostrado que la Suprema no está para complacer ilusiones.

rgomez@elnacional.com.do

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