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| La alocución del presidente Leonel Fernández ha provocado reacciones decepcionantes entre la mayoría de ciudadanos entrevistados por diversos medios de comunicación masiva. Desde hace muchos años una alta proporción de dominicanos dispone de cierta capacidad de discernimiento, a la que se suma otra parte que mantiene lucidez para hacer uso del sentido común. En las últimas semanas se ha venido registrando un intenso cruce de informaciones desde ángulos opuestos, a favor y en contra de la reforma o “rectificación” fiscal, como le llama el gobierno. Una gama multisectorial coincide en que el pueblo no aguanta más impuestos y que el Gobierno dispone de dónde sacar los recursos que alegadamente le faltan para cumplir con sus compromisos. En ese orden se ha especificado el renglón de la nómina pública, el de la publicidad para los papagayos y el insulto social de un Metro que aún no se sabe cuánto costará. Incluso muchos preferían morirse de un susto y escuchar al Presidente anunciar la suspensión de los trabajos del Metro, los despilfarros oficialistas, los festivales de Funglode y el bojote de vicecónsules. Otros esperaban una comparecencia siguiendo aquel viejo slogan: “Solamente la verdad, pero toda la verdad”. Resultó que en vez de frenar el Metro y otras hemorragias de cuantioso dinero, el pueblo escuchó una exposición confusa, parcial y distorsionada de la problemática económica y de las rutas viables para llegar a puerto. Es obvio que el panorama ha empeorado luego de la intervención del mandatario. Esto se confirma con el comentario generalizado en las calles y en los centros de expendio de artículos del diario vivir. Todo sube y nada baja de precio. Sube la incertidumbre por las artículos de inevitable consumo que serán gravados. Sube el temor al aumento de los apagones y de las tarifas para pagarlos. Sube la expectativa acerca de si el Gobierno tendrá menudo para devolver ante la presión social que se avecina. | |||||
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