sábado, noviembre 25, 2006

Dia internacional de la no violencia contra la mujer

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ALTAGRACIA SURIEL

-DE EL LISTIN DIARIO, MATUTINO DOMINICANO-

El 25 de noviembre ha sido declarado por las Naciones Unidas como el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.

Este día debe llevarnos a reflexionar sobre las mujeres dominicanas que día tras día mueren a manos de sus parejas o de aquellas que visitan las instituciones que reciben quejas por razones de maltrato. Las cifras que ofrecen dichas instancias son alarmantes. Más de 145 mujeres víctimas del feminicidio en lo que va del año. Casi 13,000 quejas por razones de violencia intrafamiliar.

El problema se ha visibilizado por la conciencia que se ha ido creando en relación con los derechos de la mujer, derechos humanos que han sido reconocidos por la comunidad internacional para proteger a un colectivo que históricamente ha sido marginado y ha sufrido las consecuencias de la discriminación y la desigualdad social. Los derechos de la mujer, incluido el derecho a la protección contra la violencia y la discriminación, son derechos humanos fundamentados en la dignidad que tienen las personas. Con estos derechos se protege esa esencia humana que todos y todas tenemos.

La Convención para la Erradicación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de Naciones Unidas y la Convención Interamericana Para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, también llamada “Convención de Belem Do Para”, son una contribución de los Estados del mundo para proteger los derechos de la mujer. Nuestro país ha ratificado ambos convenios. La Convención de Belem Do Para establece el derecho que tiene toda mujer a una vida libre de violencia que incluye el estar libre de toda forma de discriminación y el ser valorada y educada al margen de patrones estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación.

El citado instrumento internacional establece disposiciones que el Estado dominicano tiene el compromiso de implementar, entre ellas el diseño de programas de educación formales y no formales para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo tipo de prácticas que se basen en la premisa de inferioridad o superioridad de cualquiera de los géneros o en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitimizan o exacerban la violencia contra la mujer.

La educación es la principal arma de lucha contra la violencia contra la mujer. A todos los niveles, especialmente en la más tierna infancia, debemos educar a las personas en valores como el respeto, la tolerancia, la paz y el amor al prójimo. Es necesario inculcar en los niños, el respeto a las niñas como sus compañeras, como personas que aunque sean diferentes a ellos fisiológicamente, son iguales en dignidad. Para vivir en paz, tanto en la familia como en la sociedad debemos educar para la paz, recordando con Juan Pablo II que su construcción requiere de la práctica de la verdad, la libertad, la justicia y el amor.


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