ATLANTA.- Los votantes hispanos le dijeron “adiós” al Partido Republicano del Presidente George W. Bush en las elecciones legislativas del martes, votando mucho más masivamente de lo esperado por candidatos demócratas en una muestra de repudio al intento del partido oficial de culpar a los inmigrantes por muchos de los problemas de este país. Contrariamente a las predicciones de muchos expertos que los hispanos no asistirían a votar masivamente el martes, las encuestas de salida muestran que los latinos representaron el 8 por ciento del voto total. O sea, fue prácticamente la misma participación que tuvieron en la elección presidencial del 2004, y mucho más que la de las elecciones intermedias del 2002.
Lo que es más, 73 por ciento de los hispanos votaron por candidatos demócratas y sólo un 26 por ciento votó por candidatos republicanos el martes, según la encuesta de salida de CNN. En la elección presidencial del 2004, un 55 por ciento de los hispanos habían votado por los demócratas, y un 42 por ciento había votado por los republicanos. Muchos expertos habían pronosticado que los hispanos no asistirían a votar masivamente el martes, en parte porque muchas de las elecciones más competidas tuvieron lugar en estados sin una gran presencia hispana. También los expertos decían que tomaría hasta las elecciones del 2008 para que la mayoría de los participantes en las protestas de los inmigrantes hispanos de principios de este año se tradujeran en la naturalización y enrolamiento de un gran número de latinos nacidos en el extranjero. Pero la histeria anti inmigratoria encabezada por la derecha republicana en la Cámara de Representantes irritó a muchos hispanos nacidos en Estados Unidos que normalmente no están muy preocupados por el tema de la inmigración. El patrocinio republicano a la ley para construir un muro de 700 millas a lo largo de la frontera con México, y los esfuerzos de los representantes republicanos de aprobar una iniciativa que hubiese convertido a millones de trabajadores indocumentados en delicuentes, generaron un clima que muchos hispanos nacidos en Estados Unidos vieron como un racismo disfrazado.
Los cruzados contra la inmigración del Partido Republicano dicen que ellos sólo están en contra de la ‘’inmigración ilegal’’, y que no tienen nada en contra de los inmigrantes legales hispanos. Pero cuando acusaron a los migrantes latinos que cruzan la frontera de estar vaciando las arcas de la seguridad social, saturar las escuelas y hospitales, ser terroristas potenciales y traer enfermedades infecciosas hacia los Estados Unidos -- no estoy inventando esto -- millones de ciudadanos estadounidenses de herencia hispana se sintieron insultados. Fue como si todos los hispanos de repente representaran una amenaza potencial a la seguridad nacional de Estados Unidos. Las encuestas de salida muestran que cuando se les preguntó a los votantes estadounidenses qué temas eran extremadamente importantes para ellos, 42 por ciento de todos los votantes dijeron que la corrupción y la ética, 40 por ciento dijo el terrorismo, 39 por ciento mencionó la economía, 37 por ciento dijo Irak, 36 por ciento dijo valores, y 29 por ciento mencionó la inmigración ilegal. Y muchos candidatos que centraron sus campañas en exigir una línea dura hacia los migrantes fueron derrotados. Según el sitio de internet Inmmigration 2006.org. de un total de 15 contiendas en que la inmigración fue un tema central, los moderados ganaron 12, y los ‘’duros’’ 2.
Randy Graf, un republicano que esperaba ganar un asiento en la Cámara de Representantes en Arizona armando manifestaciones en contra de la inmigración ilegal, fue uno de los primeros derrotados de la noche. Mi opinión: ¡fenomenal! Si el esfuerzo republicano de colocar a la inmigración en el centro de la agenda política tenía como objetivo distraer la atención pública de la guerra de Irak, o movilizar a los republicanos a salir a votar el martes, la estrategia no funcionó. Ahora, con suerte, los candidatos a la elección presidencial del 2008 buscarán soluciones mucho más serias para detener el flujo de migrantes. En lugar de respaldar un inútil muro de 700 millas, que sólo empujará a los inmigrantes a entrar a los Estados Unidos por cualquier otro lugar a lo largo de las 2,000 millas de la frontera, deberían buscar caminos para reducir la brecha de ingresos entre los Estados Unidos, México y el resto de América Latina. Mientras el ingreso per cápita de Estados Unidos de $42,000 al año esté tan por encima de los $10,000 al año en México, o de los $2,900 al año de Nicaragua, no habrá muros suficientemente altos o anchos para detener el flujo de migrantes. Como lo demuestra el ejemplo europeo, el único camino para reducir la inmigración es una mayor integración económica, incluyendo ofertas de ayuda económica condicionada a políticas económicas responsables. Ojalá ambos partidos aprendan esta lección de las elecciones legislativas del martes.
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