domingo, noviembre 12, 2006

Alan García, presidente de Perú "Hay quien goza doblegando países"


García afirma que partir en dos el Continente con una espada expresa una visión antiintegracionista (Dante Zegarra)

ENTREVISTA:
Alan García cuestionó el estilo "mandón" de Chávez, en entrevista con El Universal

ROBERTO GIUSTI

ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL, CARACAS

Lima.- Pocas horas antes de la entrevista, Alan García había regresado de su visita a Brasil, donde invitó a los empresarios de ese país a que inviertan en energía hidroeléctrica peruana, ofreciendo todas las garantías, antes que en el oleoducto chavista de 20 mil millones de dólares porque "en algún momento el petróleo se acaba".

Jovial y conversador, recibió al periodista en una sala de reuniones del magnífico Palacio de Gobierno, cuya inmensa fachada, ante la explanada de la Plaza de Armas, testimonia el pasado virreinal peruano y su interior, en el salón dorado, inspirado en el palacio de Versalles, las veleidades francófilas de otros tiempos.

Directo y preciso, niega que el presidente Lula se haya ofrecido de mediador para recomponer el crítico estado de las relaciones entre Venezuela y Perú, y durante la conversación confirma que sigue siendo el único líder latinoamericano capaz de decirle lo que piensa a Hugo Chávez.

-Si, como usted denunció, Chávez intervino en el proceso electoral peruano, apoyando a su oponente, ¿no tendría usted derecho de interferir en la campaña electoral venezolana?

-Ser víctima de un crimen no le da a uno el derecho de cometer otro. Aquí se intervino activa y descaradamente, como se está haciendo ahora en otros países de América Latina. Pero eso no me da derecho a intervenir. Como demócrata respeto al pueblo venezolano y no le voy a dar lecciones atacando a quien ejerce el poder. Creo que sí hay reserva de conciencia democrática e inteligencia social como para comprender cuál debe ser un mejor resultado para Venezuela. Un resultado que evite su aislamiento, su condición de país monoproductor y su rompimiento con otros países del Continente bajo la amenaza de no ayudar con petróleo o dinero. El pueblo venezolano tiene en su historia muchos ejemplos como para tomar una buena decisión.

-Si Chávez está manejando un proceso dirigido hacia el totalitarismo, como usted lo ha sugerido, ¿no deben tomar posición los líderes latinoamericanos ante un problema que dejará de ser nacional para convertirse en factor de perturbación continental?

-En este tiempo, cuando los derechos humanos y políticos no tienen frontera, nadie puede adueñarse de un territorio para decir lo que quiera, con independencia del sentido de humanidad. Sí nos concierne y por eso señalaría los errores que se están cometiendo en Venezuela y que nos han hecho víctimas a nosotros. Quizás en esta elección los venezolanos sabrán discernir. Hace unos días, ante el Congreso del Brasil, expuse lo que considero el primer dramático error: cuando uno levanta una bandera, acertada o desacertada, no puede insultar a quienes no creen en ella. En 1985 decreté la reducción unilateral del pago de la deuda externa del Perú, posición considerada entonces radical y populista, pero me cuidé de respetar el camino de los demás países para preservar la unidad latinoamericana. No acusé a nadie de lacayo del imperialismo y no tengo derecho de hacerlo porque en ese caso sería un abusivo y un mandón y eso va contra la historia, contra Bolívar y contra la unión suramericana. Cuando se parte en dos el Continente con una espada, éstos conmigo y aquellos con EEUU, se expresa una visión simplista, ofensiva y antiintegracionista.

-Está usted afirmando que Chávez es un mandón, un abusivo y un factor divisionista.

-Nadie tiene derecho de imponerle a otro pueblo su camino. Nadie tiene derecho de llamar traidor a quien no piensa como yo. Eso es intolerancia y la democracia no tiene nada que ver con la intolerancia psicológica de las personas.

-Según eso, Chávez tampoco es un demócrata.

-Eso le toca decirlo al pueblo venezolano.

-¿Cuál, cree usted, es el objetivo de Chávez con esa actitud?

-El poder. Hay personas que gozan con el poder, con el peso de sus recursos, de sus armas y ponen de rodillas al mundo. Otros lo hacen con el dinero. Así ponen de rodillas a algunos países, los doblegan ofreciendo cosas y acumulan poder.

-¿A cuáles países se refiere?

-Usted, como periodista, sabe mucho mejor que yo a quienes se les pone la zanahoria del crédito, del préstamo, del combustible barato. Y eso no es bueno porque se irrespeta a personas y pueblos. Quien ejerce el poder con un garrote o una bolsa de dinero cae en el chantaje y la seducción. Yo prefiero formular mis ideas racionalmente. Quien cree en ellas cree y quien no, pues no cree. No se pueden imponer las cosas a golpes o a insultos.

-Pero parece que lo está logrando.

-No lo creo y aquí está el segundo error: haberse equivocado de tiempo. El modelo monoproductor, el apoderarse de la primera fuente de riqueza y utilizarla nacional y extranacionalmente para disfrutar de un poder protagónico, de fiesta de 15 años, implica olvidarse de cómo es el mundo hoy. Cualquier hombre de izquierda (el propio Marx o Lenin ya en 1921 lo sabían) comprende que el mundo y la economía no se cambian con palabras o con algo de dinero en el bolsillo. Eso es insolencia de un momento. El mundo debe aprovecharse en sus factores positivos y limitarse en los negativos, como la injusticia, pero no se cambia a sablazos desde un pequeño país de Suramérica. Por más que uno tenga dinero aparente. Así que esta persona (Chávez) se ha equivocado de tiempo histórico.

-¿Por qué, porque se adelantó en el futuro o porque regresó al pasado?

-Cuando uno se pelea con todos y termina rechazando la inversión conduce su país al monoproducto. El Estado se puede adueñar de la principal riqueza, pero no puede generar fábricas e industrias que permitan una economía capaz de insertarse en el mundo.

-Esa ha sido la historia de Venezuela en el siglo XX.

-Y ha conducido a dictaduras de los caudillos bárbaros, a la corrupción porque todo el mundo se cuelga de la teta del petróleo y ciertamente los partidos han caído en esos vicios. El error de tiempo histórico resulta el modelo más conservador, regresivo y primitivo, aferrado a una sola fuente de riqueza. Tres banqueros y dos grandes potentados se hacen dueños de la realidad. El Estado, con las corporaciones de grandes ricos, es una vieja experiencia totalitaria.

-Totalitarismo con empresarios, en todo caso, no es totalitarismo socialista.

-Esa ha sido la experiencia europea de los años 30 y 40. El Estado, como fuente principal de riqueza, asociado con tres o cuatro grandes grupos. Hitler, que se asoció con Krupp, el señor de los cañones y la siderurgia, es un ejemplo. Eso significa alejarse del futuro y regresar sobre uno mismo. Se puede ser pobre y cerrarse, como ocurrió con Cuba, porque tenía un gran padrino por razones estratégicas. O hacerlo siendo rico y terminar mal porque esa riqueza es pasajera. Hay que abrir la economía para generar empleo. Si no se llega a tener grandes reservas en dólares y desempleo. Subvencionar al pueblo con algunas contribuciones no es desarrollo.

-Pero la URRS pudo imponer ese modelo y mantenerlo por más de siete décadas.

-Por una razón y ese es el tercer gran error. Cuando uno escoge ese modelo, termina afirmando un control estatal sobre todo. Primero de la economía, luego de quienes se oponen al modelo económico y entonces se pasa al control político y periodístico y finalmente a hablar diez horas por la televisión.

-Sin embargo el modelo chavista se está imponiendo a escala continental.

-Aquí en el Perú no.

-Pero en otros países sí y la intención es crear un bloque. ¿Por qué los presidentes latinoamericanos que no comulgan con esa tesis la aceptan en silencio?

-En nuestro mundo uno puede navegar ignorando las cosas. Esa es la actitud de algunos. Otros pueden tener una esperanza: "saquémosle algo". Esa no es mi actitud. Mi actitud es de principios. La economía peruana es muchísimo más grande que una limosna para comprar conciencias. Y no soy un converso al capitalismo, sino un hombre de izquierda socialista. Sólo que el momento histórico nos impone cabalgar sobre la ola y correr más rápido que ella sobre los abusos y la intolerancia monopólica.

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