sábado, noviembre 18, 2006

La columna de Miguel Guerrero

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Por Miguel Guerrero

-DE EL CARIBE MATUTINO DOMINICANO-

La comunicación oficial sobre la reforma tributaria anunciada por el Presidente, las contradicciones en el gabinete económico y el excesivo protagonismo de algunos ministros les prestan un pobre servicio al Gobierno.

Me he roto la cabeza tratando de encontrarle racionalidad a las sucesivas intervenciones del secretario de Finanzas, el señor Bengoa, quien apenas unas horas después del discurso presidencial dijo en un programa de televisión que la llamada “rectificación fiscal” no era de manufactura gubernamental, sino el fruto de presiones “ a punto de pistola” del Fondo Monetario.

Entonces, ¿dónde está el Gobierno? La locuacidad del funcionario es legendaria, pues no pierde una sola oportunidad para referirse al tema, llegando a contradecir públicamente al secretario Técnico, por haber informado que impuestos “improcedentes” iban a ser eliminados como parte de una modificación de la reforma anunciada esta semana por el mandatario.

Estas polémicas públicas no ayudan a una comprensión de las políticas económicas y proyectan una imagen de desorden y falta de planificación al más alto nivel. Es incomprensible también que al día siguiente del discurso presidencial se anunciaran cambios en los impuestos por él anunciados.

La impresión que este tipo de estrategia, si lo fuera, insinúa es que el Gobierno no pondera adecuadamente sus acciones, dando a funcionarios subalternos, aunque del más alto rango, la potestad o el encargo de corregir al mandatario.

Debido a la inconformidad que produce la idea de tener que pagar más impuestos, las incoherencias entre los funcionarios propician más incertidumbre en la población y mucha confusión en el empresariado, unificado esta vez, como pocas veces en el pasado, en torno a que las cuentas del Gobierno no requieren de nuevos tributos, sino de una mejor gestión de cobro de los existentes y de una drástica reducción del gasto público.



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