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Desde mayo pasado, casi con frecuencia semanal, circulaba el rumor sobre la renuncia y el lanzamiento de su candidatura. ¿Entonces, cuál es la sorpresa? Todos esperábamos ese hecho.
Por Manuel Quiterio Cedeño/ El Caribe
La semana ha sido rica en acontecimientos impactantes. El principal, fue la salida de Danilo Medina del Palacio Nacional, segundo hombre del Gobierno, y del que se cree es el mayordomo de la estructura dirigente del PLD.
Muchos han dicho que el hecho es “sorpresivo” o “inesperado”; otros lo vinculan con el segundo terremoto –aunque de menor intensidad - que es la firme oposición empresarial al aumento de impuestos.
Algunos han dicho que se trata de una “jugada” para ayudar al presidente Fernández a desviar la atención del gran problema que enfrenta, que es precisamente el nuevo aumento de impuestos.
El hecho no es ni “sorpresivo” ni “inesperado”. Desde mayo pasado, casi con frecuencia semanal, circulaba el rumor sobre la renuncia y el lanzamiento de su candidatura. ¿Entonces, cuál es la sorpresa? Todos esperábamos ese hecho.
En cuanto al posible vínculo con el creciente rechazo al aumento de los impuestos y el incremento de las críticas al Gobierno por la extendida percepción de que está malgastando los fondos del Estado, se ha dado esto como una motivación cierta, por dos razones.
Primero, habían trascendidos días antes, las críticas de sectores del PLD a un posible incre-mento de los tributos, argumentando el alto costo político que pagaría el partido oficial por esa decisión.
Estos círculos políticos oficialistas se señalaban como “danilistas”; y segundo, la coincidencia de la rueda de prensa de Danilo con la aprobación del crítico comunicado empresarial que se publicó al día siguiente, y de cuyos preparativos pudo enterarse durante el fin de semana.
Personas cercanas a Danilo, conocedores de su estilo político, descartan y consideran descabellado pensar que un político veterano, que quiere la Presidencia, se aventure en una “jugada” de entretenimiento de esta magnitud.
Más allá de todos estos argumentos, considerando la renuncia en un marco más amplio y menos circunstancial, viendo la precipitación de los acontecimientos, Danilo estaba obligado a mostrar cuanto antes su disposición a trillar su propio camino. Un día más, una semana menos, un mes después, no importa.
Si su interés en ser candidato era firme, debía dar la señal de que estaba dispuesto a enfrentar el movimiento reeleccionista que se está concretando en torno a Fernández, y hacerlo antes de que fuera un hecho cumplido.
Manuel Quiterio Cedeño es periodista
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viernes, noviembre 10, 2006
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