martes, noviembre 21, 2006

Complicidades el 18 de noviembre de 1961

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Tony Raful

-DE EL LISTIN DIARIO, MATUTINO DOMINICANO-

Familiares de los héroes y líderes de la Unión Cívica Nacional, habían manifestado su incertidumbre sobre el destino de los ajusticiadores de Trujillo, detenidos en el penal de La Victoria, horas antes de la perpetración del horrible crimen, dirigido por el general Trujillo hijo. Un ambiente insostenible de lucha popular se expandía en todo el país contra los remanentes trujillistas, mientras la presión internacional alcanzaba horas antes del 18 de noviembre de 1961, amenazas veladas sobre incluso una posible intervención militar estadounidense en territorio dominicano.

El propio presidente Balaguer fue informado de la posibilidad de un atentado contra los héroes, contestando que era imposible que esto ocurriera, debido a los controles que se tenían sobre los detenidos. Sin embargo el presidente Balaguer estaba enterado de la resistencia del coronel Marcos Jorge Moreno, Jefe de la Policía, quien opuso objeciones a las instrucciones recibidas de parte del coronel Sánchez Rubirosa, ayudante de Ramfis, para producir un traslado de los héroes al lugar de los hechos, donde fue muerto el dictador Trujillo.
En fecha 17 de noviembre de 1961, el coronel Jorge Moreno, en una comunicación a Sánchez Rubirosa, le explicó todas las instancias del proceso y la imposibilidad del traslado fuera de los requerimientos que exige la ley, señalando que el Juez de Instrucción ya había concluido la instrucción del proceso y había dictado su correspondiente providencia, por lo que solamente le correspondía al Tribunal de Primera Instancia apoderarse del caso, en virtud de las providencias calificativas del Juez de Instrucción y ordenar en el curso de la vista de causa, un traslado al lugar de los hechos cuando lo considere conveniente para formar su convicción, a requerimiento de él, los acusados o del Fiscal. Jorge Moreno señalaba que la causa podría fijarse para una fecha próxima, y que esto no era competencia del Procurador General de la República ni de la Suprema Corte.

Luego de ser llevados al paredón de ejecución, se informó que se habían fugado, en el proceso de traslado al lugar donde habían ocurrido los hechos, que se materializó de todas formas y a contrapelo de la recomendación de Jorge Moreno, lo que demostraba el poder inmenso de Ramfis Trujillo, incluso en aquellas últimas horas de su permanencia en el país. Los periódicos El Caribe y La Nación, informaron en fecha 20 y 21 de noviembre de 1961, que había sido el entonces Procurador General Basora quien había ordenado el descenso en el lugar de la muerte de Trujillo, de los héroes asesinados. Basora negó esa información y anunció que dispondría de una investigación paralela de la Procuraduría sobre quién finalmente había ordenado el famoso descenso en el lugar de los hechos, que resultó ser una farsa de fuga. Nunca se supo el resultado de esa investigación ordenada por Basora.

Ramfis Trujillo hizo que les llevaran, luego del famoso descenso en el lugar de los hechos del 30 de mayo de 1961, a los héroes, a la residencia campestre de Hacienda María, cerca del poblado de Nigua, San Cristóbal. Amarrados a las palmas y cocoteros fueron asesinados por Ramfis, con sangre fría, uno a uno, en una venganza horrible de odio y muerte. Junto a Ramfis, acompañándolo en su tarea macabra, estuvieron los coroneles Gilberto Sánchez Rubirosa y Luis José León Estévez. Presentes estuvieron el general Tunty Sánchez, Federico Cabral Noboa y José Alfonso.
Testimonios recogidos señalan la hidalguía y el valor de los hombres del 30 de mayo ante sus fusilamientos, sobre todo, Tunty Cáceres Michel, quien antes de morir, le voceó a Ramfis Trujillo, afeminado y asesino. Una vez hubo de matar los complotados, Ramfis se dirigió al puerto de Haina, donde escapó de la ira y la justicia popular, abordando una embarcación marítima. El presidente Balaguer, ante las denuncias y el clamor popular dispuso una investigación de lo hechos, “para que se apliquen a cuantos resulten responsables del mismo las sanciones a que se hayan hecho acreedores”.

En 1965 fueron condenados en contumacia a 30 años, acusados de este asesinato masivo, Ramfis, Sánchez Rubirosa y Luis José Estévez. En la misma sentencia, dictada el 4 de enero de 1965 por la Primera Cámara Penal del Distrito Nacional, fueron hallados cómplices del mismo delito y condenados a 20 años de trabajos públicos, el general Tunty Sánchez hijo, Federico Cabral Noboa y José Alfonso. Ninguno de ellos cumplió condena. Tanto el general Sánchez hijo como el coronel Luis José León Estévez y su hermano José Alfonso, regresaron al país, sin ser requeridos por las autoridades, haciendo inversiones comerciales. Narra el brillante comunicador e intelectual, Miguel Guerrero, en su obra, “Los últimos días de la Era de Trujillo”, que, al abordar a Luis José León Estévez en su residencia de Arroyo Hondo en el año 1991, éste le dijo que no hablaría sobre esos hechos, “porque la verdad afectaría a muchas personas influyentes que aún viven”.
La impunidad ante el crimen fomentó y propició en la vida nacional la repetición de hechos trágicos y dolorosos, contribuyendo a la desaparición de la memoria histórica. El verdadero homenaje a los mártires del 18 de noviembre de 1961, es investigar, establecer responsabilidades, aunque la verdad afecte a muchas personas influyentes que aún viven, como dice, irónicamente, Luis José León Estévez.


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